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Toribío, una historia de resistencia

Por Óscar Javier Gamboa

Reportero de El Pais

A lo largo de su historia, el municipio de Toribío, en el norte del Cauca, ha sido tierra de contradicciones. Es la cuna del movimiento de resistencia pacífica, pero también ha sido escenario de confrontación.

Quizás la primera vez que Toribío, un poblado indígena ubicado en un pequeño valle entre las montañas de la cordillera Central, al norte del Cauca, se descubrió a los medios de comunicación fue el 24 de febrero de 1971.

Aquel día, las comunidades aborígenes del departamento constituyeron el Comité Regional Indígena del Cauca, Cric, una de las organizaciones étnicas más fuertes de América Latina.

El objetivo era luchar por la autonomía, la recuperación de tierras y el fortalecimiento comunitario. En síntesis, recoger la tarea que a comienzos del Siglo XX había emprendido Manuel Quintin Lame en Cauca y Tolima.

Luego, en los primeros años de la década de los 80, en Toribío, el sacerdote indígena Alvaro Ulcué Chocué emprendió, junto con dirigentes comunitarios, la creación del famoso Proyecto Nasa.

Se trata de una estrategia de desarrollo sostenible, autonomía administrativa y mejoramiento de las condiciones de vida con la participación de todos los asociados que ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales.

Ulcué Chocué no sólo fue el primer sacerdote indígena de los paeces y padre de la resistencia pacífica. También fue el primer mártir moderno de la Iglesia caucana: fue asesinado a tiros en Santander de Quilichao el 10 de noviembre de 1984. De su muerte se sindicó en un principio a miembros de la Policía, pero el crimen nunca fue esclarecido plenamente.

A partir del asesinato del padre Ulcué, la comunidad Nasa o Paez intensificó su proceso de integración. Pero el 13 de enero de 1987 la violencia volvió a sentirse, cuando un grueso número de guerrilleros del Sexto Frente de las Farc hizo su presentación en la zona con una violenta toma a Toribío. En ese entonces, ya el sector era mirado con reserva por parte de las autoridades y con codicia por los grupos armados ilegales.

Esa acción violenta contra el pueblo se ha repetido en once oportunidades por parte de la guerrilla.

El M-19, nuevamente las Farc, el Frente Ricardo Franco, el Movimiento Quintín Lame y el Jaime Bateman ocuparon cruentamente el pequeño poblado, dejando siempre perdidas para la comunidad.

Fue en las montañas de Tacueyó, coregimiento de Toribío, en donde en 1987 José Fédor Rey, alias 'Javier Delgado', cabecilla del Frente Ricardo Franco, asesinó a garrote y cuchillo a 164 de sus hombres, acusándolos de ser infiltrados del Ejército.

Pero también Toribió ha sido escenario de paz. Allí, en la vereda Santo Domingo, el 9 de marzo de 1990, se firmó el armisticio entre el Movimiento 19 de abril M-19 y el estado Colombiano.

Y entonces, llegaron los narcotraficantes, avenidos a terratenientes. El 16 de diciembre de 1991, un nuevo hecho violento enlutó a la comunidad Nasa. 21 de sus integrantes fueron masacrados en la hacienda El Nilo, ubicada en límites de los municipios de Caloto y Toribío.

La resistencia. El 27 de junio de 2002, el entonces alcalde de Toribío, Gabriel Pavi recibió en su despacho una notificación del Secretariado de las Farc en la que lo conminaban a renunciar, junto con los concejales y funcionarios.

Pero, la comunidad, reunida en asamblea general los días 10 y 11 de julio, respaldó a su alcalde y sus autoridades.

Un mes después, las Farc les pasaron cuenta de cobro y nuevamente se tomaron el casco urbano de Toribío y algunas veredas de la parte alta. Una decena de casas, incluida la del hoy alcalde, Arquímenes Vitonás, y la Estación de Policía, fueron destruidas.

Luego, el 22 de agosto de 2004, cuando se dirigía a San Vicente del Caguán para exigirle a ese grupo más respeto por la decisión del pueblo paez de mantenerse al margen del conflicto, Vitonás fue secuestrado.

Una vez se tuvo conocimiento de la retención la comunidad se reunió en asamblea --todas las decisiones se toman por mayoría-- y dispuso que un grupo de la Guardia Indígena saliera en busca de su líder. Tres días después se logró la libertad del mandatario. Rescates similares ya habían adelantado los indígenas en otras oportunidades.

La nueva Toma. En una nueva muestra de desprecio por las autoridades indígenas y su determinación de cero tolerancia a la violencia, las Farc protagonizaron la más cruenta incursión que se haya registrado en Toribío.

El pasado 14 de abril, un total de 20 casas fueron destruidas y 20 averiadas por la acción directa de la guerrilla sobre esta comunidad de paz.

Si bien estos hechos ponen en evidencia una actitud retaliadora de las Farc contra una población que lo único que ha hecho es ejercer plenamente el derecho a su autonomía territorial, existen otras motivaciones para los últimos ataques, que también afectaron a Jambaló.

La acción se enmarca en la escalada de las Farc que busca, entre otras cosas, visibilizar el conflicto armado existente en el país.

Sin embargo, para el ministro de Defensa, Jorge Alberto Uribe, la toma del pueblo y la intención de mantenerse en el área por parte de la guerrilla no tienen otro fin que el de atemorizar a la comunidad para obligarla al cultivo intenso de coca.

"El objetivo de la agresión a Toribío es abrirse espacio para que no se les afecten las zonas de siembra y los corredores de trasiego de los precursores químicos y de armamento. Todo está montado en el negocio de las drogas", precisó el Ministro.

Toribío y su zona de influencia, explica el ex consejero presidencial de Seguridad Armado Borrero, son un cruce de caminos. Desde allí se puede llegar de manera fácil a los Llanos Orientales, el sur del país o el valle del Magdalena.

Su cercanía con Cali y el Pacifico hacen que esta región del Norte del Cauca --con extensas selvas o grandes urbes en su periferia-- sea punto estratégico en el conflicto interno.

"Quién logre tener el control de las partes altas de este sector de la cordillera obtiene ventajas en la confrontación", explicó un ex combatiente del M-19 que durante varios años estuvo destacado en esa zona.

Pero si bien el desmovilizado reconoce la importancia estratégica de Toribío, no descarta que con la acción de la última semana las Farc busquen efectos políticos internacionales.

En su concepto, con ese ataque a una comunidad que es "el santuario de la resistencia civil contra la guerra", las Farc estarían buscando aprovechar la importancia que a nivel internacional tiene la comunidad Nasa, para desvirtuar la versión del Gobierno de que en Colombia no hay un conflicto armado.

Igual piensa el Alcalde de Toribío, quien considera que su pueblo era el escenario que la guerrilla estaba buscando para cuestionar la efectividad de la política de Seguridad Democrática.

"Lo que hoy ocurre con nosotros, mañana a puede pasar con otro pueblo. Lo que pasa es que se quiere aprovechar el reconocimiento mundial que tiene el pueblo Nasa, por todo lo que hemos hecho", explica Vitonás.

Entre tanto, el analista León Valencia añade que las acciones de las Farc en el Norte del Cauca buscan frenar el avance del Plan Patriota en Caquetá y Guaviare.

"Esos ataques prolongados, con una utilización grande de hombres y recursos, obligan a mover tropas asentadas en otras zonas del país", dijo el analista.

La salida.

Después de once días de la incursión en Toribío, en donde las cosas comienzan a volver a la normalidad, lo cierto es que el Ejército no ha logrado la recuperación total de la zona.

Los tres batallones dispuestos por el comando de la Tercera División para expulsar a las Farc avanzan con cautela.

Reductos guerrilleros siguen apostados en la parte alta de las montañas esperando la oportunidad para lanzar un nuevo ataque.

El Ministro de Defensa advirtió el pasado miércoles que las acciones ofensivas se mantendrán hasta recuperar totalmente el control del área.

Por su parte las Farc, aseguraron que permanecerán en los alrededores de Toribío mientras haya presencia de la Fuerza Pública.

Pero Vitonás y la comunidad Nasa no creen en la razón de las armas y casi que de manera terca, y a pesar de la destrucción sufrida, insisten en la salida negociada.

"La confrontación seguirá porque mientras haya presencia de la Fuerza Pública y exista la guerrilla, una hará acciones en contra de la otra " dice el Alcalde.

En su visión del mundo, los paeces tienen claro que "la guerra no se puede espantar por cuanto hace parte del ser humano". Pero tambien creen que se puede equilibrar, poniendo las cosas en su lugar."A ese equilibrio sólo se accede dejando de lado la arrogancia y la prepotencia", añade Vitonás, declarado 'Maestro de Sabiduría' por la Unesco.

Entre tanto, el búho --ave que para los paeces predice el mal-- seguirá rondando las montañas del norte del Cauca, y los tegualas --hombres mayores escogidos en la comunidad-- recurriendo a sus ritos ancentrales de la paz para tratar de mantener las cosas en armonía.

Los habitantes de Toribío sólo esperan que terminen los combates para regresar a sus parcelas y comenzar de nuevo.

"El ataque deja zozobra y desconcierto, pero no es motivo para el desanimo y esto nos tiene que servir para pensar y replantear cosas del proceso comunitario y definir nuevas estrategias de trabajo", concluyó el Alcalde.

Los paeces tienen muy claro de que a pesar de las dificultades no van a desplazarse. Cada dificultad se convierte en un impulso para seguir avanzando en su proyecto.

Talvez por eso alguien escribió durante los funerales del padre Ulcué: "Si he de morir, quisiera que mi cuerpo quedase amasado en la arcilla de los fuertes, como un cemento vivo arrojado por Dios entre las piedras de la Ciudad Nueva".