La semana pasada se ponía punto y final al Salón Alén que se celebra desde hace tres años en A Coruña, una feria de oportunidades que pretende apoyar al castigado pequeño comercio, y que es, posiblemente, el mejor ejemplo de la fiebre 'outlet' que se ha extendido como la pólvora por toda Galicia.Desde que comenzó la crisis, son pocos los municipios gallegos que no organizan outlets cuyo objetivo es aliviar las estrecheces de las pyme. Estos saldos tienen una particularidad: ninguno parte de la iniciativa privada, sino que han sido planificados e impulsados desde las alcaldías para acelerar el consumo entre sus habitantes.Estas ferias de oportunidades surgieron directamente de la desesperación por afrontar la desaceleración económica. Cuando el panorama empezó a teñirse de negro, muchas asociaciones de empresarios buscaron la colaboración y amparo de sus respectivos ayuntamientos. Juntos, implantaron la fórmula del 'outlet' estacional, que se suele celebrar en verano o comienzos de otoño, cuando los comercios se enfrentan a la necesidad de liquidar 'stock' y el estancamiento del consumo no les facilita la tarea.La fórmula es muy sencilla: el consistorio cede un espacio público donde organizar la feria y los empresarios invitan a los comercios locales a vender sus productos a bajo costo. En contrapartida, pagan un precio irrisorio por montar un stand (a veces no llega a los 200 euros) y, a cambio, vuelven a casa con una caja que ayuda a sobrellevar la crisis durante unos cuantos meses.Contagio generalizado, nueva legislaciónDesde el principio, el éxito de ventas y afluencia de público fue tan contundente que muchos municipios se han contagiado unos a otros, a base de copiar al vecino. Debido a esto, la Xunta de Galicia se ha visto obligada a regular por primera vez en su historia la figura del 'outlet'. Y lo ha hecho en el anteproyecto de Ley de Comercio de Galicia, pendiente desde septiembre de la aprobación definitiva en el Parlamento.A decir verdad, esta normativa se había quedado obsoleta tras 20 años de vigencia, y la regulación de los 'outlets' era una deuda histórica del gobierno autonómico con los empresarios. El comercio tradicional siempre se quejaba de que esta laguna legal facilitaba la competencia desleal, pues muchos minoristas hacían uso de la picaresca y peregrinaban de pueblo en pueblo, aprovechando las ferias de oportunidades para hacer su agosto.Con la nueva legislación se evitará este nomadismo en un tanto por ciento muy elevado. Especialmente, si los outlets se organizan bajo el paraguas de los gobiernos locales, como ya está sucediendo.La importancia del gobierno localGracias a este amparo de los ayuntamientos, los saldos estacionales ya no están condenados a buscarse la vida fuera de los núcleos urbanos, sino todo lo contrario. Además de correr con los gastos de publicidad, los consistorios suelen ceder terrenos en lugares céntricos para fomentar la afluencia de público. En algunos casos, esta visibilidad ha hecho que el número de visitantes del 'outlet' haya duplicado, incluso triplicado, la población del municipio que lo albergaba.La participación de los empresarios es fundamental, ya que de ellos parte la iniciativa, pero la colaboración del Ayuntamiento todavía lo es más. Sin su beneplácito, el éxito total no está garantizado, tal y como demuestra el caso de Sada, un municipio coruñés que este verano celebró la segunda edición de su 'outlet', aunque la asistencia no fue la deseada. "El primer año asistieron unas diez mil personas, y como el Ayuntamiento colaboró, nos salió casi gratis", explica Ramón Añón, gerente del Centro Comercial Abierto. El problema de la segunda edición fue que el consistorio sadense no participó y "aunque las ventas fueron buenas (los comerciantes estaban contentos)", la falta de publicidad provocó una asistencia mucho menor.
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