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El aparente progreso en la reforma de salud ofrece un par de lecciones para quienes esperan ansiosos que se lleve a cabo una reforma migratoria: una, aún quedan esperanzas de que se logre; dos, que será difícil y requerirá la participación activa de la comunidad latina y otras comunidades especialmente interesadas en ese cambio.
Varios observadores del tema en Washington dijeron a La Opinión respecto a la posibilidad de que un triunfo —aún relativo— de los demócratas en la reforma de salud pueda redundar en beneficio de una reforma migratoria. “Todo depende”, indicaron.
 
“Para la Casa Blanca es un cálculo político, ¿qué es mejor para ellos? Creo que a estas alturas ellos creen que perderían más si no aprueban una reforma, pero no espero que nos ofrezcan una ley muy benéfica, va a ser difícil lograr hasta una ley moderada”, dijo Angela Kelley, del Centro para el Progreso Americano, quien antes trabajaba con el National Immigration Forum.
 
Todos coincidieron en que dependerá más de los latinos, incluyendo los líderes y la comunidad, así como de los mismos demócratas, qué tanto están dispuestos a arriesgar por la reforma.
 
Si se aprueba la reforma de salud, coincidió Maribel Hastings, asesora de la organización pro reforma America;s Voice, “se destraba la agenda legislativa para permitir que se debata la reforma migratoria y también le da al Presidente Obama el capital político requerido para avanzar su agenda legislativa, incluyendo hacer realidad su promesa de promulgar una reforma migratoria integral”.
 
Pero la reforma de salud también ofrece un espejo de lo controversial que puede ser el tema migratorio: las provisiones que tienen que ver con cubrir a los indocumentados o residentes permanentes en sus primeros cinco años de residencia, aun en permitirles que compren seguros privados subsidiados, no están incluidas en dicha reforma y se convirtieron en caballito de batalla de mucha de la oposición conservadora, junto con la opción de seguro público.
 
“Sabemos que los que pusieron trabas al tema de salud también son las mismas personas que lo harán en la reforma migratoria”, dijo Clarissa Martínez, del Consejo Nacional de la Raza (NCLR). “Sabemos que hay legisladores que están más interesados en bloquear cualquier éxito a la Presidencia sin importar el tema que sea”.
 
La participación de la comunidad latina y el activismo van a ser muy importantes, dijo Martínez. Así como las llamadas telefónicas al Congreso de parte de una minoría opositora a la reforma lograron parar su progreso en 2006 y 2007, “debemos entender que es la participación de la comunidad en las elecciones y su interés en este tema el que lo ha mantenido vivo”, dijo Martínez.
 
“La lección para nosotros y que lo estamos aprendiendo es que si a eso es a lo que los políticos responden, entonces tenemos que crear actividades de este tipo”, dijo Martínez, quien dijo que estas llamadas y la revuelta de una minoría en ese momento pudo más que millones de personas marchando por las calles y haciendo vigilias.
 
Esta vez habrá que hacer las cosas de manera diferente, dijo Kelley. “¿Será que los líderes latinos presionan todo lo que deberían a su Partido Demócrata? Si ellos no lo hacen, va a ser difícil que logremos algo.<

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