No es en este último aspecto en que se destaca particularmente el sistema colombiano.
Nos están bombardeando otra vez con noticias lúgubres con respecto a las dificultades que afronta nuestro sistema de pensiones.
Es un lugar común por todas partes del mundo. Como reseñaba PORTAFOLIO en un editorial, ahí están para el recuerdo las protestas en Grecia, España y otros países, ante inminentes recortes en los beneficios. No hace mucho salió en The Economist un reportaje sobre el caso de Inglaterra. Basta observar el lenguaje utilizado en los comentarios de los lectores para entender el malestar que causa este fenómeno.
Recuerdo un video, de hace algunos años, en la cadena CBS sobre los profesionales rusos pensionados, pasando las noches de invierno en la calle, eso sí, con sus respectivas botellas de vodka en la mano.
Un número cada vez menor de personas respondiendo por más jubilados, y una longevidad en aumento no deben ser problemas de poca monta para quienes los tienen a cargo. Tampoco lo son para aquellos que van a vivir durante 30 ó 40 años dependiendo de la viabilidad de un sistema en el cual el ahorrador no tiene, hasta ahora, prácticamente ninguna ingerencia.
Cuando constató unos años atrás la imposibilidad de que la empresa privada siguiera asumiendo ese gasto -que ponía en peligro su supervivencia misma-, el Gobierno norteamericano le dio luz verde para congelar, de una vez por todas, sus antiguas obligaciones pensionales.
A cada individuo se le dio la opción de manejar su propio plan de retiro. Paralelamente se permitió delegar el manejo a terceros, siempre y cuando los costos fueran muy bajos y se garantizara una plena responsabilidad fiduciaria. La primera, que implica un pequeño esfuerzo educativo, tiene la gran ventaja de eliminar todo tipo de conflictos de interés y reducir enormemente los costos. Adicionalmente, se ofrece amplia información sobre quién va a administrar la platica, su historial y filosofía de inversión.
La clave para el éxito de un plan de retiro radica en una adecuada diversificación y unos costos de intermediación transparentes y muy bajos. No es en este último aspecto en el que se destaca particularmente el sistema colombiano: ¿paga- mos al fin un 3 por ciento, o es más cercano al 4 por ciento? Agradecería infinitamente si alguien pudiese aclarármelo. Al fin y al cabo, hace mucho tiempo los académicos demostraron que, en estas lides, los costos son el elemento con mayor poder de predicción sobre los rendimientos futuros.
Para tener un marco de referencia, el plan de retiro de los congresistas de Estados Unidos tiene un costo de 0,05 por ciento al año, según se informó en la revista Money. No es un subsidio, ni privilegio alguno. Sencillamente tomaron conciencia de una de las enseñanzas de los financistas especializados en comportamiento: a mayor simplicidad y a menores costos, más alta es la probabilidad de éxito.
Tuvieron ellos gran ingerencia en la implementación del sistema, que concluyó cuando el presidente Bush firmó el Acta de protección a las pensiones, en agosto del 2006. Desde hace más de 30 años, bajo la batuta de Richard Thaler, de la Universidad de Chicago, se tomaron el mundo académico en el campo de las finanzas. En Suecia, por ejemplo, ya habían solicitado su ayuda con ese propósito; se le reconoce, además, su participación en la integración de los estudios en el área de psicología del Premio Nóbel en Economía, Daniel Kahneman, a la ciencia económica.
Dado que en Colombia también se concluyó, hace un tiempo, que las empresas no podían seguir aumentando sus pasivos pensionales, y como el Gobierno tampoco demostró ser particularmente efectivo en ese manejo, se delegó la responsabilidad al sector financiero.
Desconozco profundamente la posición y el aporte de nuestra academia al problema. O no publican sus estudios o, si lo hacen, deben circular en medios muy restringidos, a diferencia de lo que sucede en otros países ¿O será más bien que el tema no les parece suficientemente importante, asumiendo los profesores, personalmente, el riesgo de tener algún día que salir también a protestar en la calle?
Si para vivir dignamente mis años de retiro me ofreciesen las opciones de depender de la empresa para la cual trabajo, del Gobierno, del sistema financiero o de mí mismo, no vacilaría un segundo en optar por la última. Y en ese aspecto tengo grandes reparos contra nuestra academia, que no quiere percatarse de lo que se viene haciendo en los países desarrollados.
Se lee poco, o más bien nada, sobre la viabilidad a largo plazo del sistema que se ha adoptado en Colombia. Las entidades financieras están recibiendo una enorme cantidad de recursos con comisiones muy 'interesantes', adjetivo de moda entre los llamados 'expertos', pero a veces me pregunto si existe el riesgo de que algún día suceda algo similar a lo que ocurrió con la gigantesca empresa de seguros AIG, que durante muchos años, en plena burbuja, recibió alegremente cualquier cantidad de primas sobre seguros (credit-default swaps) contra el incumplimiento en el pago de los bonos.
Disfrutó de las altas comisiones que el negocio genera, sin percatarse del monstruo que estaba creando. De no haber sido rescatada, se hubiera llevado por delante a todo el sistema financiero del globo.
Escrito por: Harry Adle

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Portafolio.com

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