La historia de este colombiano es bien singular, no sólo por haber entrado a la universidad a los 15 años, ni por haber iniciado su doctorado en una universidad de los Estados Unidos a la edad de 21 años (cuando ya contaba con un título de maestría que alcanzó becado), ni por haber sido reconocido por la American Vacuum Society como uno de los diez mejores investigadores del mundo, sino por haber regresado al país cuando estaba en la cumbre de su carrera profesional.Federico Sequeda decidió regresar a Colombia en 1996, cuando su remuneración laboral en el exterior alcanzaba mensualmente los $14.000 dólares, que al cambio de hoy sería algo más de $26´000.000 de pesos colombianos. En Colombia, lo esperaba la crisis de la década de los noventa, los bajos salarios, la falta de infraestructura para el desarrollo científico, la poca inversión, por parte del Estado y la empresa privada, en presupuestos para la investigación, entre un largo rosario de dificultades que Sequeda narra con serenidad. A pesar de lo anterior (y de tentadoras ofertas laborales en el exterior), el profesor Sequeda ha logrado hacer lo que parecía imposible, mantenerse en el país 14 años luego de su retorno, con una esposa y dos hijos. Además de eso, construir uno de los laboratorios mejor dotados a nivel nacional para el recubrimiento de materiales duros, que intenta dar respuesta a algunas de las necesidades de la industria colombiana. Lo anterior, lo ha logrado gracias al rebusque, ya que ni su sueldo, ni la infraestructura necesaria para hacer investigación de punta es suficiente en Colombia. Razón por la cual, ha recurrido a sus conexiones internacionales para nivelar su salario, haciendo consultorías, y lograr equipar su laboratorio, a punta de canjes. Cuando se le pregunta a Federico Sequeda por el balance de su retorno luego de todos estos años, él asegura que ha sido muy positivo, ya que ha logrado traer al país líneas investigativas que antes no estaban muy desarrolladas, así como la consolidación de su laboratorio, que comparte con otros cerca de 18 personas, entre colegas y alumnos; además de un conjunto de impactos positivos para el país, derivados de lo anterior. En la literatura sobre la recuperación de “cerebros fugados”, es clara la importancia de los retornados en la transferencia de tecnología, el acceso a patentes, las conexiones profesionales, las licencias y el uso de equipo especializado no comercial (entre otros), que en últimas (para los autores) genera un impacto positivo en el crecimiento económico de países no desarrollados. No obstante, esta “ganancia de cerebros” ha venido acompañada de multimillonarias inversiones económicas y de profundas transformaciones socio-culturales en los lugares de origen. Lo que en últimas nos lleva a la gran pregunta de si Colombia está preparada para el retorno de personas que al igual que el profesor Sequeda, hacen parte del grupo de nuestros “cerebros fugados” o si este caso es una excepción a la regla.
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