Colombia
Mauricio Hoyos aconseja trabajar en tecnologías propias que resuelvan problemas del país.
Mauricio Hoyos puede hablar del futuro con certeza. Predice que, dentro de unas décadas, los médicos podrán curar cualquier enfermedad a través de pequeños robots. Estas máquinas serían tan pequeñas como la cabeza de un alfiler, se introducirán en el cuerpo y se programarán como misiles teledirigidos para llevar medicamentos a lugares específicos, como una rodilla, el hígado o un riñón. Serían capaces de reparar tejidos o, incluso, de corregir un defecto al vacunar una célula en problemas.
Él reconoce que pasarán muchos años antes de que estos 'cirujanos microscópicos' puedan comenzar a trabajar por la salud de la especie humana, pero ya ha dado los primeros pasos para su consolidación, como miembro del Laboratorio de Física y Mecánica de Medios Heterogéneos del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), el más importante de ese país. Allí este bogotano, un cerebro fugado, es uno de los científicos más importantes.
Además de ser experto en ultrasonidos -ondas acústicas que hoy perfecciona para que sean la gasolina de esos microrrobots salvadores de nuestra anatomía-, Hoyos se desempeña como investigador experimental en ciencias de la separación, un campo cercano a la nanotecnología dedicado al control y manipulación de la materia, casi al nivel de átomos y moléculas.
Sabe, como muy pocos mortales, distinguir y caracterizar especies químicas de tamaño supermolecular, así como macromoléculas, partículas y células.
Se lee como en sánscrito, pero él lo traduce en frases más elementales: "Esto se llama reología. Sería como inyectar en una celda un líquido lleno de partículas o células, y después filtrar o poner las de una especie por un lado y las de otra especie por otro. Como separar los glóbulos rojos de las plaquetas, o sacar insulina de un animal; incluso el genoma humano se hace con técnicas de separación".
Para aterrizar aún más la idea, utiliza como ejemplo otro de sus logros: recientemente pudo separar y purificar células infectadas con Leishmania, el parásito que transmite la leishmaniasis (que produce desde úlceras cutáneas hasta lesiones en el hígado y el bazo), trabajo que desarrolló con el Centro Internacional de Física (CIF), con sede en Bogotá. Un primer paso para lograr una cura más efectiva contra esa dolencia. "Esos intentos por explorar en los elementos más pequeños para beneficiar positivamente al ser humano son una gran motivación personal".
Hoyos dice esto en unos pocos segundos, pero le pone puntos suspensivos a una historia de vida y esfuerzo que no termina y que comenzó hace más de 30 años, cuando se graduó de la Facultad de Física de la Universidad Pedagógica Nacional. "Desde niño supe que iba a estudiar algo que tuviera que ver con la ciencia, por el gusto que tenía siempre por observar la naturaleza".
Decidió seguir los pasos de Albert Einstein por descarte, porque en realidad quería ser ingeniero mecánico. "Iba a estudiar en la Universidad Nacional, pero me informaron que iba a estar cerrada durante un año. Entonces decidí matricularme en física para reforzar mis conocimientos. Pero allí me quedé".
Al terminar su carrera dictó clases en el colegio Casa Cultural Moreno y Escandón, donde había terminado su bachillerato, antes de viajar a Francia, en la década del 80. "Me fui sin becas ni nada, a aventurar; era joven y no había imposibles. En París trabajaba en un hotel y estudiaba de noche. Y, como en la física, el tiempo se me volvió relativo, marginal, porque vivía en función de salir adelante. Tanto que dormir se me convirtió en una banalidad".
Hoy, uno de los investigadores más importantes de Colombia en el exterior, es autor de más de 50 publicaciones internacionales, doctor en física de fluidos de la Universidad París 7, y actualmente es profesor en la Escuela Superior de Física y de Química Industriales de París (Espci).
Está en Colombia para participar en la XIX Convención Científica Nacional, que comienza hoy en Corferias (ver recuadro), donde mostrará, además de sus conocimientos en reología, detalles de sus experimentos en microgravedad. Porque también trabaja para el Centro Francés de Estudios Espaciales, y por eso ha participado en múltiples vuelos parabólicos, en los que un avión desciende de forma controlada para que en su interior se consiga un estado similar al de la gravedad cero.
"Aprovechando ese momento equivalente al que enfrentan los astronautas en el espacio, se pueden comprender ciertos procesos en líquidos y fluidos que en tierra no se ven y que luego se pueden aplicar, por ejemplo, en el control de la obesidad".
Hoyos, después de 30 años en Francia, descarta la posibilidad de radicarse en Colombia: "Para aprender de lo que he hecho están las publicaciones". Sin embargo, aprovechará su paso por Bogotá para transmitir un mensaje que ha pulido con el tiempo, luego de observar, a lo lejos, el medio nacional.
Dice que, como él, los físicos colombianos deben tratar de trascender, ser ambiciosos y trabajar en la consolidación de tecnologías nacionales que resuelvan problemas locales. "Debemos jugar un papel social. El país necesita del contacto entre la ciencia, la industria, la tecnología y la innovación. No nos sirve dedicarnos a resolver el Bosón de Higgs, porque eso, a la larga, no nos va a traer ningún beneficio".
Un encuentro de la ciencia nacional, en Bogotá
La XIX Convención Científica Nacional, que hoy se inicia en Corferias, está orientada a que investigadores e instituciones que hacen parte del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación hagan propuestas en investigación, teniendo como enfoque el impacto social de los potenciales descubrimientos. Así se pretende que se puedan presentar, además, iniciativas al Gobierno en torno a políticas. Habrá también una muestra comercial para fomentar el intercambio de información entre universidades y entidades públicas como Conciencias, el Sena o el Instituto Nacional de Salud.
Mauricio Hoyos participará hoy con una ponencia, al igual que investigadores como Eulalia Pérez, profesora del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España; Jorge Reynolds, ingeniero del Trinity College, en Cambridge (Inglaterra), quien hablará sobre nuevas tecnologías en la estimulación artificial de los órganos, y Elena Stashenko, directora del laboratorio de cromatografía de la Universidad Industrial de Santander.