Sus socios de gobierno y los empresarios británicos le obligan a otorgar hasta abril 24.100 visados de trabajo a extranjeros no europeos
04.07.10 - 02:09 -
LOURDES GÓMEZ | LONDRES.
El primer ministro británico, David Cameron, quiere controlar la inmigración limitando la entrada a Reino Unido de extranjeros no europeos, pero ha sucumbido a la presión de su Gobierno de coalición y los líderes empresariales en el primer paso encaminado al cierre parcial de las fronteras. Desde esta semana y hasta el próximo abril, Londres garantizará 24.100 visados de trabajo a personal especializado que tenga asegurado un puesto en el país, lo que supone una reducción de 1.300 permisos respecto a los concedidos el año anterior. La restricción es insignificante frente a los 300.000 no europeos que emigraron al país isleño en 2008, según las últimas estadísticas oficiales.
Este cupo de entrada a Reino Unido es provisional e inferior a las expectativas creadas por el Partido Conservador antes de las elecciones del pasado mayo. Durante la campaña, Cameron prometió situar la migración neta en «decenas de miles» en los primeros cinco años de un gobierno 'tory'. La meta parece apuntar todavía hacia el nivel en torno a los 50.000 individuos registrados en la década de los años noventa, frente a la migración neta de 142.000 estimada en 2009.
Concesión liberal
El primer ministro ha extraído una importante concesión de sus socios liberaldemócratas, que ahora aceptan la imposición de un límite anual en la concesión de visados de trabajo aunque todavía difieren en la cifra y la forma de aplicarla. El partido de Nick Clegg también ha renunciado a su promesa de regularizar la inmigración ilegal de largo plazo, con una amnistía a los 'sin papeles' similar a la que propone el alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson. «Debe haber flexibilidad. El nuevo régimen de migración ha de tener en cuenta los recelos de la industria, que yo comparto plenamente», defiende Vince Cable, ministro liberal de Industria. Las pequeñas y grandes empresas se oponen al cierre tajante de las fronteras. Echan en falta trabajadores cualificados británicos pese a que la recesión ha disparado el paro al 7,9% de la población laboral. Es un argumento fácil de sostener. El Ministerio del Interior tiene una larga lista de puestos profesionales -desde ingenieros a músicos, carniceros, cocineros o profesores de matemáticas, entre muchos otros- abiertos a especialistas extranjeros.
Cameron quiere introducir un cupo anual al sistema creado por los laboristas. Pero con la industria en pie y el riesgo de revueltas en el Ejecutivo de coalición, ha aminorado la marcha para recabar la opinión de patronales y sindicatos, además del sector hostelería y educativo. El Comité asesor en migración puede ser decisivo a la hora de fijar el cupo anual de inmigrantes no europeos.