Este poemario nos adentra en el mundo maravilloso, casi mágico, de vivir de un modo personal y de transformar en vocablos y música ese llamado que sintiera la autora desde siempre, desde las voces de su infancia, las voces del pasado y del presente que se asoman para decirnos que hagamos lo que hagamos, somos adelantos concretos de una Voluntad Mayor (Dios) que es origen y meta, plena razón de ser en su más eterna animación de Amor.

Este libro presenta una gama de diversos matices que se mezclan en una unidad en la diferencia de sus elementos: la naturaleza y el cosmos que invitan al ser humano a dirigir su mirada hacia otros rumbos para que pueda encontrar remansos de paz, alegría y esperanza en su duro peregrinar; la vida como ciclo que repite la búsqueda del ser humano por el ser humano; la constante huida del presente al pasado. Mendoza toma de consciencia en sus palabras, acercándose a la consciencia de sí misma en la que por medio del lenguaje, la poeta refleja el pensar de su tierra y explora las injusticias que se siguen perpetrando en contra del desvalido, la mujer y los niños, y cómo ella anhela liberarlos; el dolor y la frustración aflora en sus palabras al no poder volar y llevar esa paz que el mundo necesita.