Mi nombre es Juan Pablo Parra Martinez y soy un colombiano migrante. 

 

Antes de irme de Colombia cursaba bachillerato; en ese momento encontré varias razones para migrar. En primer lugar, estudié muchos años en un colegio trilingüe por lo que me di cuenta que el quedarme en Colombia limitaría el uso de mis dos otras lenguas. Así mismo, mi hermana  había migrado hace ya unos años a Europa, por lo que tendría un lugar seguro al cual llegar. Además, evaluando costos universitarios, me di cuenta que costaría mucho más quedarme en Colombia a estudiar en cualquier universidad privada (incluso contando con media-beca que me fue otorgada en la Universidad de los Andes) que ir a vivir y estudiar en Europa. De la misma manera, el nivel académico europeo haría de mi hoja de vida un fuerte a nivel internacional. Decidí migrar a Toulouse, Francia, en el año 2005, hace ya 10 años.

 

Mi hermana era residente en la ciudad a la cual iba. Eso facilitó mucho mi adaptación. Mi preparación fue realmente simple. Empacar ropa, pedir la visa, e irme. Tuve la fortuna de tener un muy buen conocimiento de Francia y de Toulouse antes de ir, no sólo por mi educación escolar, sino por mi interés personal de culturas europeas.

 

Cuando aterricé, lo que más me impactó fue la calidez de la gente. Llegué a finales del verano de 2005, bajo una ola de calor bastante impresionante. Por ser tan cerca de España, por ser una ciudad a un cuarto estudiante, y por ser el sitio de producción y gestión de una de las compañías europeas con mayor crecimiento (Airbus), en Toulouse es normal encontrar personas que hablen español al igual que alemán, italiano, inglés. 

 

El idioma fue un facilitador de mi inserción y adaptación. Obviamente con el tiempo pude perfeccionar (o al menos pulir) el francés tan victorhuguesco que había aprendido en Colombia.

 

Realmente no tuve ninguna dificultad para integrarme. Me fui de Colombia sabiendo que me iba; sin añorar la comida casera, la “rumba vallenata” etc. Me fui sabiendo que si me iba para llorar y sufrir preguntándome por qué me fui, o para llorar por no poder ver a mis amigos y familia, jamás lograría integrarme. Me fui con todo el bagaje con el que viajan los latinos.  Es difícil acostumbrarse a los estereotipos, creen que por ser de Colombia, eres amante de Shakira, no falta el que pregunta si traes drogas. 

 

He aprendido entonces a dejar de presentarme como aprendimos todos los latinos, “Hola me llamo (nombre) y soy (nacionalidad). He aprendido que entre menos la gente introduce barreras socio-políticas (sobre todo cuando se presenta), la comunicación tiende a fluir mejor. Un francés no presenta su nacionalidad. Es algo muy particular de la cultura educativa latinoamericana, donde se nos inculca un nacionalismo y un patriotismo desde que nacemos. 

 

Tolouse es definitivamente una ciudad de estudiantes. Me enteré cuando migré que muchos de mis antiguos compañeros habían migrado también. Muchos no están interesados en integrarse con la sociedad que los acogió. Algunos hicieron un grupo de amigos colombianos (en su defecto, latinos) en donde sólo hablaban español y comían comida colombiana. Esto incluye pagar precios faraónicos por media de guaro. Muchos trabajaban y estudiaban al tiempo para ir a Colombia 3 veces al año. Yo los veía trabajar y al mismo tiempo estudiar, solamente para poder ir a Colombia 3 o 4 veces al año. Ese definitivamente no es mi caso. Parte de la experiencia de migrar es conocer nuevas culturas, aprender, disfrutar y vivir. 


Lo único que puedo recomendar es irse queriendo irse. No sirve de nada irse para llorar. Si uno se va por opción, debe asumir su decisión. No sirve de nada recomendar lugares particulares, sitios, tradiciones, si la gente que migra lo va a vivir con el amargo recuerdo de una bandeja paisa en la finca. El desarraigo: ese es mi consejo. Solamente en ese momento cuando uno logra ver el cuadro general, dando tres pasos atrás para darse cuenta que uno no escoge ni su lugar de nacimiento, sus creencias religiosas inculcadas ni su color de piel. Migrar es una experiencia única, hay que darse la oportunidad de conocer. 

 

Las historias publicadas no representan una posición del Ministerio de Relaciones Exteriores, ni del Programa Colombia Nos Une, y obedecen únicamente a percepciones propias del autor.

 

El Programa Colombia Nos Une quiere compartir con los colombianos alrededor del mundo las vivencias y anécdotas de nuestros compatriotas en sus procesos migratorios. A través de estas historias buscamos compartir con la comunidad colombiana (residente en el país y en el resto del mundo), desde la experiencia de colombianos migrantes, la importancia de apoyar la decisión de migrar con un proceso de información sobre el lugar y la sociedad de destino.
 
Si usted desea compartir con otros colombianos su proceso migratorio, de adaptación al país al que llegó, el choque cultural o compartir anécdotas durante su residencia fuera de Colombia, envíenos un correo a [email protected] con asunto “Experiencia Migrante”. A través de este medio se le harán llegar las indicaciones correspondientes para la publicación de su historia.

 

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" .... poder ir a Colombia 3 o 4 veces al año. Ese definitivamente no es mi caso. Parte de la experiencia de migrar es conocer nuevas culturas, aprender, disfrutar y vivir.
Lo único que puedo recomendar es irse queriendo irse. No sirve de nada irse para llorar".
Totalmente de acuerdo, lo felicito por la franqueza y asertividad de su postura en lo que respecta la migracion y la integracion. Se trata de enriquecerse, y no irse pensando en que se pierde... como lo hacen una buena parte de los compatriotas que uno se encuentra por estos lares...