
La Berlinale es uno de los festivales de cine más grandes del mundo: 300.000 tiquetes vendidos, 20.000 profesionales de 130 países y alrededor de 4.000 periodistas que van a cubrir el evento, que van a ver las películas, a buscar entrevistas y a mirar, como por una ventana, lo que está pasando fuera del país en cine. De Colombia van muy pocos. Tan pocos que se podrían, tal vez, contar con los dedos de la mano. Eso demuestra dos cosas: una, el mérito que tienen aquellos que van, y dos, la falta de interés que existe en el país por la cultura y por lo que está pasando fuera de Colombia en este aspecto. Lo primero es obvio; lo segundo lo dice Felipe Moreno antes de montarse al avión que lo llevará a Alemania.Llegará mañana, con el inicio del festival, y recibirá los libros de 700 páginas que, dice, regalan, junto con una maleta, un esfero y una agenda. Luego ubicará su cámara en la sala destinada para prensa y esperará a que salgan Gus Van Sant y Matt Damon para hablar de su película Promised Land. Luego tomará unas imágenes, escuchará las preguntas de sus colegas, hará la pregunta que le corresponde. Si tiene la oportunidad, entrevistará a Van Sant y, seguramente, le pedirá que participe en una convocatoria para que su película pueda mostrarse en Colombia, en el marco del Festival de Cine El Espejo. Luego irá al hotel, revisará las imágenes, escuchará las grabaciones y preparará el programa de 52 minutos que se pasará por Canal Capital. Para que, luego, un colombiano cualquiera prenda su televisor a las 10:30 de la noche y pueda ver a Gus Van Sant y a Matt Damon, pueda escucharlos hablar y conozca cómo es la película Promised Land desde la perspectiva de su director, de un actor y de uno de sus guionistas —dos papeles en la misma persona: Damon—. Todo esto matizado por la visión que un colombiano experto en cine pueda tener al respecto.Así es la dinámica de los festivales internacionales para Felipe Moreno. Moreno estudió periodismo en Inpahu y entró a hacer su práctica en el Canal Capital. Estando allí se ganó una convocatoria para presentar un cortometraje en Brasil y allá descubrió que había mucha gente con sus mismos intereses, que hacía lo mismo que él. Cuando volvió a Colombia se puso a investigar sobre el tema y se dio cuenta de que acá también había gente interesada en la producción audiovisual y que se hacían cosas interesantes. Por eso propuso producir El Espejo, un programa que muestra cómo es la movida local en el cine. Lentamente lo fue consolidando, hasta conseguir, si bien no una gran audiencia, por lo menos un público fiel.Desde esa posición decide no encerrarse solamente en lo local, pues cree que esa es una de las razones por las que el país no puede progresar culturalmente: “Acá nos vemos mucho el ombligo y por eso decimos que hay 64 festivales de cine... pero podría decir que ninguno de esos es un festival, todos estamos intentando serlo”, dice. Por eso busca ir a todos los festivales internacionales que pueda. Ha ido a La Habana, a San Sebastián. Ha ido a Cannes y esta es la segunda vez que va al Berlinale. Ya sabe a la perfección, a diferencia de muchos de sus colegas, lo que se debe hacer para conseguir las entrevistas —de 60 que pide, le resultan 15—, y aunque tiene una mente amplia con respecto a las cintas que le gustan, sabe, con precisión, qué tipo de películas está buscando: películas latinoamericanas.Porque son dos elementos los que busca cuando se va al exterior. Las personalidades, que encuentra en las ruedas de prensa y en las entrevistas, y las películas —preferiblemente cortometrajes— que pueda traer para proyectarlas en Colombia. Las busca latinoamericanas porque quiere romper con la ignorancia que existe con respecto al cine que se hace en nuestro continente, en nuestro propio idioma. De las películas que se producen anualmente, que son muchas, en Colombia sólo se presentan dos o tres. No más. Pocos saben que son muchas más porque, generalmente, para saberlo, hay que ir al exterior. Pocos saben que en la Berlinale se van a presentar seis películas de Argentina, cuatro de Chile y quince de Brasil. Sólo en la Berlinale. Habrá que imaginarse cuántas más, que no conocemos, se presentan en los otros festivales.El tema de Latinoamérica funciona, de la misma manera, dentro del país. Es curioso que haya que salir y cruzar hasta el otro lado del mundo para darse cuenta de las cosas buenas que se hacen acá adentro. “Películas con personalidad ”, diría Moreno. Películas en las que “haya una búsqueda del lenguaje, que tengan un estilo propio y que el director se refleje allí. Que muestren lo que él piensa del mundo”. Esas son las películas que el periodista, entre 4.000, va a buscar este año a la Berlinale, va a reconfirmar que acá también se hacen películas que pueden tener la suficiente fuerza como para competir con otras de talla internacional, y va a intentar traerlas para que, por lo menos, tengamos conocimiento de que existen.Para Felipe Moreno, la Berlinale será siempre un referente, no sólo de las buenas películas. Será un referente como institución. Algo que, a pesar de la falta de público, de recursos y de políticas culturales, habría que aspirar a lograr en Colombia. Precisamente para eso: para crear un público, unas políticas culturales y conseguir recursos. Moreno, como muchos que se dedican al arte, se permite soñar.
El Espectador