Las aventuras y elocuencias del ‘Payaso Pompin’ así como la máster class de baile de ‘Tania’, sirvieron para que 80 pequeños, en compañía de sus padres, disfrutaran en grande de la Fiesta Navideña organizada por el Consulado de Colombia en Barcelona y el Programa Colombia Nos Une. A la fiesta se unió la Federación de Asociaciones Colombianas en Cataluña.
Así mismo, las sorpresas, aguinaldos, concursos, ritmos folclóricos, degustación gastronómica y demás actividades realizadas en el Centro Cívico Cotxeres de Barcelona lograron que, como era el objetivo, los connacionales sonrieran, compartieran con sus seres queridos, se contagiaran del espíritu navideño y se sintieran como en familia.
“No podemos estar más agradecidos. Eventos como estos nos transportan a nuestro querido país y demuestran el interés que tiene el Consulado por la comunidad colombiana. Los niños quedaron felices con los regalos; y los adultos, con la música y programación”, aseguró Diana Martínez, de Cali.
Un objetivo general cumplido en la Ciudad Condal: potenciar la creatividad, la buena utilización del tiempo libre y la creación de espacios lúdicos-creativos-formativos de los niños colombianos residentes en Catalunya, mediante actividades de pintura, gastronomía, juegos y celebración de la navidad, y favorecer espacios familiares que permitan la integración e interacción de los connacionales con las instituciones colombianas.
El 7 de diciembre el Consulado de Colombia en Puerto Ayacucho, con el apoyo del Programa Colombia Nos Une, realizó una “actividad navideña con villancicos, rezo de la novena, y platos típicos de la época” para la comunidad colombiana residente en esta ciudad.
La actividad, en la que participaron más de 240 personas, contó con la partricipación del grupo infantil de canto “Los Parranderitos” quienes entonaron los villancicos y diferentes piezas de la música decembrina de Colombia y Venezuela, donde interactuaron los niños con cantos, aplausos y bailes.
La actividad también tuvo la presentación de Papa Noel, quien hizo entrega de regalos para nisños asistentes. Para finalizar la actividad, los asistentes compartieron un plato típico navideño
El 7 de diciembre el Consulado de Colombia en Puerto Ayacucho, con el apoyo del Programa Colombia Nos Une, realizó una “actividad navideña con villancicos, rezo de la novena, y platos típicos de la época” para la comunidad colombiana residente en esta ciudad.
La actividad, en la que participaron más de 240 personas, contó con la partricipación del grupo infantil de canto “Los Parranderitos” quienes entonaron los villancicos y diferentes piezas de la música decembrina de Colombia y Venezuela, donde interactuaron los niños con cantos, aplausos y bailes.
La actividad también tuvo la presentación de Papa Noel, quien hizo entrega de regalos para nisños asistentes. Para finalizar la actividad, los asistentes compartieron un plato típico navideño
Un merecido homenaje se le rindió este año a la memoria del artista antioqueño Francisco Antonio Cano (1865-1935), primero con una retrospectiva de su obra que realizaron los museos Nacional de Colombia y de Antioquia y ahora con el tradicional libro de gran formato de arte de Davivienda. En su serie de homenaje a grandes maestros del arte colombiano, que ya ha resaltado el legado de Fernando Botero, Débora Arango, Carlos Rojas o Ramírez Villamizar, este año la división de libros de arte de la entidad financiera quiso remontarse a finales del siglo XIX y principios del XX, para rescatar la memoria del que ha sido llamado el “pintor de la luz”. Carolina Zuluaga Perna, quien estuvo al frente de la dirección de este proyecto editorial, explica que la búsqueda del material gráfico de Cano quiso ir más allá de la colección del Museo de Antioquia, para intentar reunir la mayor cantidad de obras del creador de piezas emblemáticas de la plástica nacional como 'Horizontes', 'El cristo del perdón' o 'La niña de las rosas'. “Durante casi dos años, estuvimos con el equipo buscando y fotografiando las obras. Registramos más de 500, de las cuales, luego de una curaduría, se escogieron 340 que conforman las diferentes facetas del maestro”, anota Zuluaga, al resaltar que el libro está dividido, precisamente, en las etapas de dibujante, pintor, grabador y escultor de Cano. Como novedad, el libro incluye un 30 por ciento de obras inéditas del artista paisa, un descubrimiento que sorprendió gratamente a la gente del Museo de Antioquia, que tiene la colección más completa del artista. “La gran mayoría de las piezas las conseguimos a través de herederos. Cuadros que eran del abuelo, del tío, del primo. Algo muy lindo fue el voz a voz que comenzó a correr sobre el libro, que nos permitió ir encontrando nuevas obras en casas de particulares de Medellín. Luego repetimos la tarea en Bogotá, pues Cano se estableció en la capital, donde dejó una parte importante de su trabajo”, dice Zuluaga. La investigación y curaduría estuvieron a cargo de Santiago Londoño, estudioso de la obra de Cano, y la presentación del libro la escribió el exministro Juan Luis Mejía. Otra de las buenas noticias del libro, como anota Carolina Zuluaga, es el nuevo registro de toda la obra de Cano en formato digital, que estuvo a cargo del fotógrafo Carlos Tobón. Se trata de un trabajo que recupera para la modernidad la maestría con que Cano trabajó la luz y el color a lo largo de su obra pictórica, que refleja una clara influencia de la escuela flamenca.Así mismo, se destaca la prolífica etapa como retratista. “El maestro tuvo como gran protector a Carlos E. Restrepo, que lo trajo a Bogotá a dirigir la Litografía Nacional, época en la que Cano logra solucionar en parte sus problemas económicos, lo que le permite dedicarse más a la pintura”, concluye Zuluaga, al resaltar el doblepágina plegable que tiene el libro con su obra cumbre Horizontes.
Con el timón de su taxi en las manos, Nelly Bonilla llevaba y traía pasajeros en Bogotá, a finales de mayo pasado. De pronto, recogió en la calle a Philippe, periodista francés, y al notar su acento, la taxista santandereana puso un CD y subió el volumen para que escuchara la versión en salsa de 'La Vie en Rose', el célebre himno de Edith Piaff. Ante la curiosidad del francés, Bonilla le contó su sorprendente historia: la que cantaba con acento salsero “... je vois la vie en rose...” era ella misma, una mujer que a punta de esfuerzo había llegado a cantar en los bares de salsa de París y que ahora se ganaba la vida detrás de un taxímetro en Bogotá. La historia cautivó al pasajero, quien la citó al día siguiente en su oficina. Bonilla llegó con dos discos de regalo y el periodista la contactó con su esposa, quien estaba organizando una noche de recaudación de fondos en la residencia de la embajada francesa en Bogotá. Allí, Nelly Bonilla se transformó de nuevo en la voz del grupo Panela, como orquesta invitada. Su disco, que había sido grabado dos años atrás, ya estaba en los estantes de la tienda Fnac, en París, donde ha causado sensación. Patrick Gaudi, promotor del álbum en la tienda, dice con orgullo que en el pasado verano se vendieron todos los ejemplares y tuvieron que pedir más discos. En la actualidad, su versión de 'Rien de rien' (otra legendaria canción de Edith Piaff) ya se escucha en la emisora La Latina de París. Pero la verdadera obra de arte, más allá de su disco que resuena en el exterior, es su propia vida, fraguada a punta de tropezones, pues desde los 5 años tuvo que superar una poliomielitis infantil de manera casi milagrosa. Una vocación tempranaSu madre, Ruth Cortés, había viajado con su familia de Santander a Bogotá para enfrentar el polio de su hija, y terminó separándose de su marido tras negar su permiso para una operación, por lo cual quedó sola, a cargo de Nelly, con su modesto oficio de costurera. Pero la decisión fue providencial, pues la niña empezó a curarse y a los 8 años ya no tenía síntomas de la enfermedad. A esa edad, ella quiso ayudar en casa y buscó a su padre, quien se había vuelto a casar y había creado una orquesta. Atraída por la música, Bonilla comenzó a ir a los ensayos y seis meses después su padre, Alfredo, la dejó cantar para quitársela de encima. La voz de Nelly se ganó un lugar en Los Leales de Colombia y con el grupo, luego de tres años de trabajo, llegó a un programa de televisión llamado La buena mesa, donde se presentaban orquestas en vivo. A los 11 años, fue contratada allí por la orquesta Los satélites armónicos y, luego, por un sexteto argentino que tocaba en el hotel Hilton, donde aprendió a cantar boleros, bossa nova en portugués y otros ritmos que expandieron su experiencia en la música tropical. A los 17 años quedó embarazada y el papá de su hijo la abandonó, así que volvió a casa de su padre, que quedó encantado con el bebé, de nombre Fabio. De nuevo la suerte jugó en su favor, pues en la orquesta de su padre, Bonilla conoció a Fernando Parra, trompetista, quien resultó ser el amor de su vida y el artífice para buscar nuevos horizontes, pues él se ganó un concurso de trompeta, cuyo premio mayor era un viaje a Francia para continuar sus estudios musicales. Bonilla había empezado a estudiar artes plásticas y en ese entorno, poco antes de viajar a París, conoció al pintor Saturnino Ramírez, quien le prestó a la joven pareja su apartamento en la Ciudad Luz. París era una fiestaSu buena estrella también cruzó el Atlántico: al llegar al aeropuerto parisino fue retenida por transportar en una maleta productos agrícolas. Bonilla hoy se ríe al recordar que por ‘primípara’ empacó papa criolla, café y panela, una palabra que la sigue y hoy da nombre a su grupo musical. Pero la fortuna le deparó que el oficial que la interrogó había vivido en el barrio Normandía, de Bogotá, cuando trabajaba en la seguridad de la embajada francesa en Colombia. Su esposo, con quien tiene 31 años de vida conjunta y dos hijos más, aparte de estudiar la trompeta, se rebuscaba el dinero tocando con una orquesta en eventos y lugares latinos. Entre ellos, tocaba en Les Étoiles, un lugar histórico donde se presentaban los más conocidos salseros de la época en París. Allí también cantaba Yuri Buenaventura. Una noche, Bonilla le preguntó al director de la orquesta si podía subir al escenario para cantar La sopita en botella, de Celia Cruz. Como era de esperarse, el público la aplaudió emocionado y ella fue contratada para cantar en una big band de 14 músicos, que se llamaba Piquete Latino. Después se presentó también en La Coupole, un reconocido restaurante club donde se daban cita los grandes del momento. Cuando se acabó la beca de su esposo, Bonilla ya era reconocida como cantante folclórica y la embajada colombiana en París la había llevado de gira por toda Francia con un festival gastronómico de comida criolla. Panela, de regresoDe regreso en Colombia, rearmó el grupo Panela. Hoy son 10 músicos: tres trompetas, piano, bajo, tres percusionistas, un corista y una cantante. Hizo una gira de música folclórica y jazz, con el Banco de la República, pero cuando se impuso la ‘ley zanahoria’, todo cambió. Los sitios que antes contrataban una orquesta para tocar ya no podían tener música en vivo. Al mismo tiempo, Fernando se retiró de la Orquesta Sinfónica y se dedicó a la docencia en el Conservatorio de la Universidad Nacional. En medio de la crisis, Bonilla se compró un taxi. Como una prueba de que no se deja vencer por nada, se convirtió en taxista a pesar de la preocupación de su familia. Con tenacidad, y después de muchos años conduciendo, hoy tiene ya siete taxis. Su siguiente destino puede no ser el que le pida un pasajero, sino el que le depare el incipiente éxito de su disco en Francia. Para ella, la vida es ahora color de rosa Orgullo que cruza fronterasEl disco de Nelly Bonilla y su grupo Panela tiene ocho canciones, entre ellas los clásicos franceses ‘La vie en Rose’ y ‘Rien de Rien’, pero en versiones tropicales. De hecho, la segunda es muy colombiana, pues tiene gaita, tambores, flauta y seis percusionistas. Hay también boleros adaptados y cuatro composiciones de la propia cantante, la primera de ellas, ‘Qué orgullo ser colombiano’, que da título al álbum. Las otras se llaman ‘El paraíso’, ‘Enamórate de mí’ y ‘Melao ’e panela’. Bonilla también participó en el arte del disco, con pinturas y dibujos que muestran aspectos de la música folclórica nacional.
Como reconocimiento a la excelencia académica alcanzada durante sus estudios de maestría, la colombiana Ángela Caro Borrero fue galardonada con la Medalla Alfonso Caso, máxima presea con la cual la Universidad Nacional Autónoma de México reconoce a los graduados más distinguidos en los estudios de especialidad, maestría y doctorado. Actualmente, Ángela es estudiante de doctorado en el área de Ciencias del Mar y Limnología, en la UNAM. Inició la carrera de biología en la Universidad de los Andes en el 2002 y cuando había cursado ya cinco semestres de carrera, tuvo que trasladarse a vivir a la Ciudad de México por razones familiares. A partir de ese momento el camino no fue fácil para ella, ya que para poder acceder a la educación pública en México fue necesario que realizara, en primer lugar, la revalidación de estudios. El proceso fue largo y le tomó un año en trámites y gestiones administrativas, hasta que finalmente logró ser aceptada por la UNAM, en 2006, con la idea de dar continuidad a los estudios de biología iniciados en Colombia. Sin embargo, las materias que fueron revalidadas no lograban cubrir los requerimientos del programa académico de la Universidad, por lo que debió iniciar desde primer semestre otra vez. Pese a ello y gracias a su tenacidad, Ángela logró culminar sus estudios de biología en tan sólo tres años, y en 2010 dio inicio a estudios de maestría en la misma casa de estudios. Y fueron precisamente los logros obtenidos durante el programa de maestría, los que la llevaron a recibir uno de los máximos honores con los que la Universidad Nacional Autónoma de México reconoce a sus mejores graduados, la Medalla Alfonso Caso, gracias a su brillante desempeño a lo largo de los estudios de maestría en el área de ciencias. Ahora, con una sólida formación académica como bióloga y especialista en el estudio de ríos urbanos y manejo de cuencas, desde una perspectiva interdisciplinaria que incluye aspectos biológicos, sociales y económicos, sus estudios de Doctorado en el Posgrado de Ciencias del Mar y Limnología, considerando interacciones entre el ser humano y su entorno, se vinculan con la evaluación de la calidad ecológica y la provisión histórica de servicios ecosistémicos hídricos. Entre estos últimos, se incluye la propuesta del pago de servicios ecosistémicos hídricos y la aplicación de políticas públicas encaminadas a la conservación de ambientes acuáticos. Los resultados de este trabajo de investigación han sido publicados en artículos y en revistas indizadas, de divulgación científica. A su experiencia académica y de investigación se suman dos estancias, una en la Universidad Autónoma de Barcelona (España) y otra en la Universidad de Stanford (EUA). Para Ángela Caro es claro que cursar sus estudios de posgrado como becaria del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), la condujo también a participar en seis congresos internacionales para divulgar la investigación en su área. Asimismo, su experiencia previa le ha permitido entender fortalezas, debilidades, necesidades y oportunidades del sistema educativo a nivel de posgrado en ciencias, tanto en la UNAM como en otras instituciones de nivel superior. Durante la ceremonia de entrega de la Medalla Alfonso Caso, Ángela fue una de las oradoras que en representación del grupo que recibió el reconocimiento dirigió las siguientes palabras: “Hoy sigo sintiendo que empeñar mis fuerzas y mis sueños en hacer un posgrado valen la pena, aun cuando muchos hayamos tenido en el camino momentos de inseguridad y gran escepticismo. Hemos logrado romper paradigmas y crecer. Sigo sintiendo que la lección más grande en la vida es la que cada uno de nosotros nos damos al superarnos, y sintiendo un orgullo enorme porque represento a las mujeres, a las jóvenes que día a día hacemos una lucha cotidiana para superar nuestras metas y todo lo que hemos soñado, con mejores oportunidades, saliendo de nuestro país en busca de ello”. Con tan solo 29 años, Ángela ya es candidata a doctor, y sus planes profesionales para 2015 incluyen una invitación como estudiante por parte de la Universidad de Michigan y una estancia de investigación en la Universidad Autónoma de Madrid. Al término de su doctorado, realizará una estancia postdoctoral que le permita ampliar su experiencia académica y finalmente conseguir el sueño de vida, convertirse en una científica colombiana que desde el exterior contribuye con la preservación y el mantenimiento de los recursos naturales.
Dado que en Ecuador no se celebra el día de las velitas, tradición netamente Colombiana que honra a la Virgen de la inmaculada Concepción, el Consulado de Colombia en Santo Domingo de los Tsáchilas organizó y realizó la celebración de la noche de las velitas, como preámbulo de la Navidad, con el propósito de integrar las familias.
La celebración, en la que participaron alrededor de 2000 habitantes, se realizó en La gallera del Palenque y en ellas se unieron familias colombianas y ecuatorianas o colombo-ecuatorianas.
La celebración inició con las palabras del Cónsul, la entonación el Himno Nacional de Colombia, seguido por las palabras del Presidente de la Asociación de Colombianos. Posteriormente se realizó el Acto Mariano dirigido por el Reverendo Padre Rene Mancilla, con la intervención de un dúo religioso perteneciente al convento de las hermanas carmelitas de Santo Domingo.
Al cabo de los anteriores actos se procedió a prender las velas y los faroles y se presentaron diversos números musicales a cargo de la Academia de Baile los pambiles, la cual dirige una colombiana, quienes exponen el sabor y el ritmo de la cumbia y el currulao, al igual se presentó el grupo Folklórico de la Academia de baile De Axel, con sanjuanero, guabina y bambuco.
Así mismo se presentaron entre otros artistas, Los Dinámicos del Vallenato; el Americano; el rey David, trovero antioqueño, Axel y Monchi y como remate el Maestro Chucho Briñez y su Orquesta desde Ibagué Colombia, quienes amenizaron con música colombiana, tropical, salsa entre otros ritmos.
La Embajada de Colombia en Washington, el Consulado de Colombia en Miami, el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través del Programa Colombia Nos Une, celebró el 8 de diciembre el VI Festival Gastronómico “Colombian Night” en Miami, evento que durante los últimos años ha tenido una gran acogida y se ha convertido en una tradición entre la comunidad colombiana residente en el sur de la Florida.
Es una muestra de la gastronomía colombiana, enriquecida con expresiones musicales y artísticas que deleitan a los asistentes y les permite disfrutar de la riqueza y diversidad cultural colombiana.
A diferencias de las ediciones anteriores, este año el festival se realizó en el histórico Museo de Vizcaya de la ciudad de Miami y contó con la asesoría y apoyo de la escuela de gastronomía Le Cordon Bleu, distintos empresarios y 22 restaurantes colombianos no solamente de Miami – Dade, sino también del Condado de Broward, quienes ofrecieron degustaciones de los más selecto de la comida colombiana. Una vez más, este festival sirvió como plataforma para promocionar los restaurantes colombianos del sur de la Florida y apoyar el crecimiento de esta industria.
Este festival contó con la presencia de más de 700 invitados, entre cónsules de diferentes países, autoridades locales, líderes de la comunidad colombiana, empresarios, medios de comunicación y artistas invitados.
Esta mágica noche colombiana fue puesta en escena a través de “Pasión Caribe” quienes se encargaron de crear un gran espectáculo que llenó la velada de color, música, sabor, emoción y danza. Cantantes, actores y bailarines enb}mkarcaron las distintas actividades llenas de sorpresa para los asistentes quienes fueron recibidos en las magníficas instalaciones del Museo Viscaya con un juego de arte, luces y tradiciones colombianas.
Las presentaciones artísticas de esta gran gala estuvieron a cargo, entre otros, de Nicolás Tovar, uno de los más reconocidos compositores, compositores, productores y cantantes contemporáneos de la industria musical de Colombia y Latinoamérica. Igualmente se contó con la participación de Ayme Nuviola (la Sonora del Mundo) quien cantó a dúo con Diego El Cigala, el gran cantante flamenco quien sorprendió con su presencia a los asistentes. La noche finalizó con la participación del gran compositor colombiano Wilfran Castillo.
De otro lado, se realizó una exposición del artista colombianos Fabio Mesa y su trabajo denominado The Dreamers of Our Time, con 10 magníficas obras que reflejan diferentes historias y esperanzas e ilustra como los seres humanos estás unidos a través de sueños comunes de paz y una mejor vida.