Las remesas enviadas por los trabajadores colombianos radicados en el exterior totalizaron 3.021 millones de dólares, en los primeros nueve meses de este año, según el informe Evolución de la balanza de pagos, divulgado por el Banco de la República.
La cifra, precisa el Emisor, es superior en 3,1 por ciento (91 millones de dólares) a la de igual periodo de 2012 cuando los envíos sumaron 2.930 millones de dólares.
"El crecimiento de este rubro se origina principalmente por el aumento de las remesas originadas en los Estados Unidos, compensadas parcialmente por los menores giros provenientes de España", agrega el reporte oficial, que también señala que esos recursos representaron el 5,4 por ciento de los ingresos corrientes de la balanza de pagos.
Sobre los niveles de Inversión Extranjera Directa (IED) el Banco señaló que ésta aumentó 13,1 por ciento entre enero y septiembre de 2013, al llegar a 13.251 millones de dólares, frente a los 11.714 millones de dólares del mismo periodo de 2012.
Por sectores económicos, las actividades de petróleo y minería absorbieron el 48,6 por ciento de los recursos por IED, seguido de industria manufacturera (15,5 por ciento), transporte y comunicaciones (11,5 por ciento), establecimientos financieros (8,5 por ciento) y comercio (8,4 por ciento).
Para el ministro de Comercio, Santiago Rojas Arroyo, la tendencia positiva obedece en buena proporción a las múltiples medidas de estímulo que se vienen adelantando, y que posicionan al mercado colombiano como uno de los más atractivos en la región para la llegada de capitales externos.
"Entre dichos instrumentos, destacamos el fomento a la productividad empresarial basado en la innovación y la modernización, la conexión de la producción regional con el exterior a través de los acuerdos comerciales, y el impulso a la competitividad con menores costos de energía, transporte y más conectividad", resaltó Rojas.
Adicionalmente el funcionario confió en que la dinámica de la IED se mantenga. "La estabilidad jurídica y política, las mejores calificaciones internacionales por parte de las calificadoras de riesgo, los incentivos tributarios, los acuerdos comerciales, la estabilidad macroeconómica, el crecimiento sostenido de los últimos años, el tamaño del mercado, entre otros, nos deben mantener como uno de los mercados favoritos de los inversionistas extranjeros", dijo.
El Observatorio de Desarrollo Económico de Bogotá destacó los resultados del último informe de la revista América Economía, en el cual la capital del país se mantuvo entre las diez mejores ciudades para hacer negocios en América Latina, ocupando el octavo lugar del ránking global y el quinto lugar en el ránking de poder de marca durante 2013.
La capital colombiana entró entre estas diez posiciones hace 3 años, luego de que pasara del puesto 16 en 2003 al octavo en 2010.
El secretario de Desarrollo Económico, Carlos Simancas, destacó que “los indicadores que mayor repunte presentaron en 2013 fueron el de sostenibilidad ambiental y poder de marca, en los cuales Bogotá obtuvo una puntuación que se ubicó por encima de los 80 puntos”.
El Observatorio de Desarrollo Económico señala que la publicación utiliza la metodología del Índice de Competitividad Urbana –ICUR– para establecer el ránking, el cual reúne una serie de variables que combinadas permiten calibrar el clima de negocios y la atracción de capital a las urbes.
Dentro de la metodología se incluyen variables como marco social y político, dinamismo económico, servicios a las empresas, infraestructura y conectividad, capital humano, sostenibilidad ambiental y poder de marca.
En el tema ambiental, la puntuación se basa en la calidad de los recursos naturales y la sanidad del aire para determinar qué tan amigable es la ciudad con el medio ambiente. “La capital colombiana se muestra como una aglomeración ambientalmente sostenible si se compara incluso con ciudades como Miami, que a pesar de ostentar el primer lugar en el ránking global, no muestra avances significativos en sostenibilidad ambiental”.
En lo relativo al poder de marca, los resultados son positivos, ya que se ubica entre las mejores cinco ciudades con la mejor percepción para hacer negocios de acuerdo con la “Encuesta sobre Negocios y Calidad de Vida en las Ciudades de América Latina”, aplicada en octubre de 2012. Los resultados de esta encuesta se ajustan a un indicador de percepción basado en noticias transcurridas entre 2012 y 2013.
Simancas señaló que “estos resultados muestran que la ciudad va por buena camino, y que tareas como la de Invest in Bogotá, la agencia de promoción de inversión de Bogotá desarrollada por el Distrito Capital y de la Cámara de Comercio de Bogotá, tiene sentido”.

La Alcaldía de Medellín presentó oficialmente la segunda edición del Premio Innovadores de América 2014, con la companía de la periodista Ángela Patricia Janiot, y será entregado el próximo 21 de agosto en la capital paisa.
Según explicaron algunos de sus impulsores y patrocinadores, este premio tiene como principal objetivo destacar las ideas más innovadoras en toda América Latina en diferentes categorías. Áreas como educación, ciencia y tecnología, diseño, sostenibilidad y ecología, desarrollo social, y empresa e Industria.
Asimismo, este galardón repartirá una bolsa de US$50.000 en efectivo en cada una de las seis categorías a quienes resulten seleccionados como ganadores. Luego, el propósito es que los ganadores utilicen ese capital como quieran pero siempre enfocado al desarrollo de la idea, así como que estén comprometidos a hacer giras por la región para dar a conocer sus vivencias.
En su primera versión, realizada en 2011, este premio tuvo como ganadores a dos iniciativas de emprendimiento antioqueñas. Las empresas Bialtec y Miel de Café, recibieron el galardón por sus prácticas de innovación aplicada en la ciudad.
Según informó Janiot, la escogencia de Medellín como sede del evento durante este año, se dio porque fue seleccionada como la ciudad más innovadora del mundo. Además, en su concepto, es muy importante porque se están promoviendo varios temas fundamentales para el desarrollo de la gente en la región.

El Consulado de Colombia en Miami reiniciará su tradicional 'Noches de Galería' con un gran evento cultural que se llevará a cabo el 6 de febrero de 2014, con la asistencia de la Primera Dama de la Nación, María Clemencia Rodríguez de Santos.
Durante el evento se llevará a cabo una exposición colectiva de artistas como Ancízar Marino, Fabio Mesa, Patricia Esguerra, Gisela Savdie y Laura Concha. Igualmente se contará con la presentación de Andrés Cabas, uno de los más importantes cantantes colombianos; la participación de Aymee Nuviola (La Sonora del Mundo) y el Grupo Quillami de danza folclórica del Carnaval de Barranquilla. La salsa estará a cargo del grupo infantil de bailarines 'Cali, salsa Miami pa'l mundo'. Palenqueras, marimondas y trajes autóctonos proyectarán lo mejor de las tradiciones del país para hacer de esta velada una auténtica fiesta de la cultura colombiana.
Para la Cónsul de Colombia en Miami, Marta Jaramillo, “será una gran oportunidad para apreciar las expresiones culturales de Colombia y disfrutar de la recién remodelada sede consular. Nuestros invitados especiales son los colombianos residentes en el sur de la Florida a quienes convocamos con mucho cariño a compartir lo mejor de nuestra cultura en su casa, el Consulado de Colombia”, puntualizó la funcionaria.
El evento se realizará el jueves 6 de febrero de 2014, entre las 6:00 p.m. y las 9:30 p.m. en la sede del Consulado de Colombia en Miami (280 Aragon Avenue, Coral Gables, FL 33134)
Entrada Libre y Gratuita

El Consulado de Colombia en Nueva York y el Programa Colombia Nos Une invitan a la comunidad colombiana residente en esta ciudad a un Taller de Coaching (autoconocimiento) dirigido por Juan Esteban Rodríguez, co-fundador y director de la Asociación de Restaurantes Latinos en Nueva York.
El taller se realizará el 8 de febrero a las 11 a.m. en las instalaciones del Consulado (10 East 46th Street, New York NY. 10017)
Los interesados deben confirmar su asistencia al correo electrónico cnny@consuladodecolombiany.com

En un trabajo conjunto entre el Consulado de Colombia en Antofagasta y la comunidad colombiana residente en esta ciudad, el pasado fin de semana se retiraron 8 toneladas de basura del Balneario Juan López en el cuarto operativo de limpieza de playas realizado en el marco de la campaña “No Tires tu Playa a la Basura”, iniciativa que busca preservar el aseo de los balnearios de la comuna, a la vez de educar y concientizar a la comunidad respecto del cuidado del medio ambiente.
Cerca de 100 voluntarios, entre ciudadanos colombianos, miembros del Grupo de Scouts Tamarugal y de la comunidad en general participaron de la acción ambiental. La Alcaldesa del Municipio, Karen Rojo, declaró: “estamos muy agradecidos con la comunidad colombiana y todos los voluntarios que hicieron parte de este operativo que tiene el propósito de mantener nuestras playas limpias y como corresponde. Todos ellos son un ejemplo de lo que cada antofagastino debe hacer estando comprometido con el cuidado del medio ambiente”.
El Cónsul General de Colombia en Antofagasta, Julio Byron Viveros, destacó la participación de la comunidad colombiana en esta actividad ecológica: “participamos en esta acción para tener un medio ambiente mejor, donde podamos convivir todos tranquilamente. Como seres humanos vivimos en una sociedad y como extranjeros debemos acomodarnos a esa sociedad que nos recibe, que nos da la posibilidad de trabajar y vivir. Por supuesto, este es un acto de integración”.
Por su parte, Harlin Caicedo, Presidente de la Comunidad Colombiana en Antofagasta, señaló que “para nosotros es grato que nos hayan incluido, esto muestra que la interculturalidad se está dando poco a poco en diferentes ámbitos. Qué lindo acudir a esta actividad, pues es una muestra del deseo por mantener nuestras playas limpias, digo nuestras porque nos incluimos como antofagastinos ya que vivimos en esta ciudad.”
La Presidenta de la Junta de Vecinos del Balneario Juan López, Loreley Palacios, agradeció el apoyo brindado por la comunidad colombiana en esta campaña de limpieza de playas, “estoy muy agradecida con la comunidad colombiana por apoyarnos con esta gran gestión, ellos son personas que vienen con gran esfuerzo a trabajar y debemos integrarlos”.

El Programa Colombia Nos Une, agradece la participación de los más de 12.000 colombianos en el exterior que a través de la Campaña Colombia Nos Une en Navidad compartieron con el país, a través de fotografías, cómo mantienen las tradiciones navideñas de nuestro país en su lugar de residencia actual.
Finalizada la etapa de votación del concurso, Luz María Vasquez, colombiana residente en New Jersey, Estados Unidos, ha sido la ganadora con la fotografía “Nacimiento” tras recibir un total de 4730 votos por parte de la comunidad colombiana en el exterior. Luz María recibirá, como reconocimiento una Camiseta de la selección Colombia.
Por su parte, Gloria Johanna Aldana Gaitán, colombiana residente en Bolonia, Italia, ocupó el segundo lugar con la fotografía “Agradeciéndole al Nino Jesus por los regalos que nos porto en esta Navidad 2013” al recibir 4729 votos. Gloria Johanna recibirá como reconocimiento un Kit de artesanías colombianas.
Felicitamos a los ganadores y nuevamente expresamos nuestros más sinceros agradecimientos a cada uno de los participantes.
Con Colombia Nos Une en Navidad logramos fortalecer los vínculos de los colombianos en el exterior con sus familias, amigos y con el país en general en torno a la celebración de la navidad y mostrar cómo celebran la navidad los colombianos en el exterior manteniendo vivas nuestras tradiciones navideñas sin importar el lugar del mundo donde se encuentran.

El Consulado de Colombia en Orlando realizará una Jornada de Sábado Consular, el próximo 1 de febrero, en Osceola Square Mall.
Horario: 8:00 a.m. a 2:00 p.m.
Fecha: 1 de Febrero de 2014
Lugar: Osceola Square Mall 3831 West Vine Street, Kissimmee, FL 3474.
Trámites a realizar:
Pasaportes ordinarios de lectura mecánica.
Cédulas por primera vez, duplicados, rectificaciones y renovaciones.
Libretas militares.
Entrega de documentos.
Registros civiles.
Tarjeta de identidad.
Notarizaciones.
Supervivencias.
Antes de acercarse a la sede del Consulado se solicita verificar en http://orlando.consulado.gov.co la disponibilidad de citas y consultar los requisitos del trámite de su interés.
Cuando estaba pequeño, no podría decir una edad precisa, siempre tuve la sensación de vivir en la familia más adinerada de mi barrio, jamás se me pasó por la cabeza pensar en la pobreza, nunca nos faltó nada, mi casa aunque de esterilla era la más bonita y grande de la cuadra, mis amigos siempre venían a ver El Chavo conmigo porque no tenían televisor, el nuestro era grande, blanco y negro y tenía cuatro patas, por lo que no había necesidad de montarlo en una mesa, papá lo había cambiado por una vieja guitarra que permanecía colgada en la pared y que nadie tocaba. Recuerdo que todo era tierra, las calles, los pisos de las casas y que cuando llovía el barro era la pesadilla de los que salían a trabajar al centro porque los zapatos y la ropa se impregnaban de lodo. Estudie mis primeros años en una escuela cerca de mi casa, que había fundado un sacerdote, él mismo era el profesor y en el salón de esterilla donde recibíamos clase, hacía la misa los domingos, el descanso lo hacíamos en la calle y no supe que era llevar dinero ni lonchera para el descanso; llegaba al medio día a almorzar, con una fatiga muy grande porque el café con pan del desayuno solo calmaba el hambre por unas horas, amaba llegar a casa y encontrar el plato servido en la mesa, para mí, todo era un manjar, aunque casi siempre el menú era arroz y frijol. En nuestra escuela nunca me sentí discriminado por llegar con los zapatos y la manga del pantalón embarrados cuando amanecía lloviendo, pues todos hasta el profesor estaban en la misma condición, la que si renegaba era mi mamá porque tenía que lavar el barro de la ropa con el agua turbia que sacaba del aljibe que estaba en medio del patio. Mi mamá remendaba ropa con una vieja máquina Singer de pedal que no tenía su polea original, la reemplazó con unos cordones que había tenido que emplear para poder seguir cociendo, la recuerdo mucho sentada en su máquina, inclusive a veces me subía al lado del cabezote para ayudarme a hacer las tareas. Mi papá era cacharrero es decir compraba cacharro (utensilios de uso doméstico) y salía con un maletín en el hombro para revenderlos puerta a puerta, salía muy temprano y llegaba caída la tarde con el rostro tostado por el sol que debía resistir. Era feliz, no sé si teníamos mucho, pero sí sé, que nada nos faltaba, así fue hasta que una noche cuando todos dormíamos sentí una algarabía, de repente mi papá me cargó y me saco corriendo a la calle, allí vi lo que ocurría, la casa de unos vecinos se estaba quemando, las llamas eran altas y había tanta luz que parecía de día, unas personas intentaban ayudar trayendo agua para arrojarle al fuego y poder apagarlo, pero otros intentaban salvar lo que podían de sus casas porque era fácil predecir que gran parte del barrio ardería por el material con que estaban hechas las viviendas, nosotros no logramos sacar nada, nuestra casa rápidamente quedo consumida y con tizne en los rostros y llanto en los ojos nos enfrentamos al primer destierro, a la mañana siguiente llegó el ejército a desalojar lo que quedaba de la invasión y por primer vez vi de frente la tristeza, pero no por la pérdida material sufrida, sino por la desesperanza que pude observar en la mirada de mis padres y la sensación de desorientación de mis dos hermanos menores llorando de hambre colgados de la falda de mamá. Era febrero de 2012 y apenas me acababa de graduar de quinto de primaria, toda la familia se fue de posada donde un tío en Versalles-Valle y un mes después mi papá consiguió una casa para cuidar en una vereda llamada la Balsa, él salía a rebuscarse ayudando a los vecinos en labores del campo para traer algo de comer y mamá se quedaba cuidándonos, yo no pude estudiar ese año, así que la ayudaba a sembrar hortalizas alrededor de la casa, el tiempo paso y empezamos a superar la situación tan difícil que habíamos vivido, llego el 2013 y empecé grado sexto en una escuela de la vereda, a media hora de camino. Todo estaba bien, hasta que cierto día en que mamá y mis hermanos vinieron a la escuela para reclamar mi boletín del segundo periodo, como me fue muy bien fuimos a celebrar a la tienda del parque donde el premio fue disfrutado por todos, por primera vez en más de un año pudimos saborear un delicioso bom bom bum; ese día entendí que la felicidad se puede encontrar en las cosa pequeñas. Partimos a casa muy contentos a eso de las 3:00 p.m., cuando nos acercábamos observamos una humareda, corrimos detrás de mamá que arrancó sin decirnos nada, al llegar vimos como de nuestra nueva casa no quedaba nada, solo cenizas y humo, al parecer un grupo de hombres armados llegaron a prenderle fuego, esperamos a papá hasta tarde en la noche pero no llegó, nos dieron posada durante unos días en una pequeña finca cercana esperando noticias de él, hasta que mi tío de Versalles lo encontró junto con otros campesinos asesinados al parecer por el mismo grupo de hombres que quemó la casa. Volvimos de posada donde mi tío; no logre terminar el grado sexto, pues mamá se fue para Cali a buscar trabajo y yo me quedé cuidando a mis hermanos mientras ella volvía. Al mes regresó y nos fuimos nuevamente para el distrito de Aguablanca, sólo que en un barrio distinto de donde se nos había quemado la primera casa. Actualmente vivimos pagando arriendo en una casa pequeña construida en ladrillo sin repellar, tenemos dos camas pero la verdad dormimos todos juntos; a veces siento miedo y pareciera que mamá lo sabe, por eso no dice nada cuando me paso a la cama donde duerme con mis dos hermanitos, ella sale siempre temprano a trabajar, deja todo aseado y la comida preparada, yo me encargo de mis hermanos y velo por que no hagan daño, ni se hagan daño, que coman y que estén limpios, los veo jugar pero yo no siento ganas de hacerlo, me siento un adulto en el cuerpo de un niño de trece años; jamás hablamos de papá, ni de nuestra suerte, solo en ocasiones escucho a mi hermano menor preguntándole: ¿Mamá, por qué se queman mis casitas?, mamá lo mira llorosa y le responde “no siempre es posible buscar a cada cosa explicación”. La veo llegar a casa después de un largo día de trabajo, sin tomarse un tiempo de descanso, continua haciendo comida, lavando ropa, arreglando casa hasta tarde en la noche para poder tenderse en la cama esperando que el sueño venza el cansancio, de ella aprendí que “Dios es un ser que puede comprendernos y que si no logra ayudarnos al menos llora con nosotros”, que “no hay porque aceptar la amargura”. Ha llegado el 2014 y mamá no va a trabajar para salir a buscarnos colegio, hemos visitado varios y con mis hermanos no hubo problema, pero a mí no me dan cupo porque mi certificado de quinto se quemó, la escuela donde estudié ni el barrio existen ya, y mamá solo logró rescatar una copia de mi certificado de quinto y mi diploma, pero la copia dicen que no sirve - que debe ser la original - además que este año cumplo catorce que estoy en extra edad. Yo la verdad no entiendo, a veces me da tristeza y pienso que en mi caso “es mayor el castigo que la culpa”, porque no hay nada comparable con la injusticia, se acaba el mes de enero y veo como mi mamá angustiada sigue visitando colegios pero parece que a nadie le interesa o le intereso, mientras que ya los niños han empezado a ir al colegio. Hoy visitamos el colegio Nuevo Latir en la mañana en busca de un cupo, pero nada, hay cupos pero no me reciben por falta del certificado original, mamá se fue a trabajar muy triste y yo me vine para la casa a pensar, porque casi no hablo, casi todo el tiempo estoy pensando y la gente dice que soy muy tímido, me sorprendí al verla llegar después del mediodía, me pidió que me organizara que volveríamos al Nuevo Latir, no sé, la vi muy decidida. Llegamos a eso de las dos de la tarde a preguntar por las matrículas y nos informa el guarda que solo atienden hasta la una, mamá resuelta se aferró a la reja…esperó y el guarda al ver pasar a un señor le dijo: jefe, la señora necesita hablar con usted, él nos permitió pasar, nos llevó a su oficina y por primera vez en mucho tiempo alguien escuchó a mamá, pidió que escribiera una carta solicitando plazo para traer el certificado original que nos ayudaría en la secretaría de educación; nos entregó un papel con la asignación del cupo, nos autorizó la carta y le dijo que como era viernes, volviera el lunes a primera hora a matricularme, para que me quedara estudiando; nadie podrá imaginar el alivio de mamá, ni mi alegría. Cuando salíamos ya más tranquilos, se acercó a la oficina una señora a la que el jefe le preguntó si era posible me matriculara de una vez y ella accedió. ¡Me matricularon!, no podía ser! el día más feliz de mi vida había llegado, debo confesar que fuí más feliz que la tarde que me comí el bom bom bum en mi vereda. POR: CARLOS ARTURO ARIASLIC. MATEMATICA-FISICA DOCENTE NUEVO LATIR
Cuando estaba pequeño, no podría decir una edad precisa, siempre tuve la sensación de vivir en la familia más adinerada de mi barrio, jamás se me pasó por la cabeza pensar en la pobreza, nunca nos faltó nada, mi casa aunque de esterilla era la más bonita y grande de la cuadra, mis amigos siempre venían a ver El Chavo conmigo porque no tenían televisor, el nuestro era grande, blanco y negro y tenía cuatro patas, por lo que no había necesidad de montarlo en una mesa, papá lo había cambiado por una vieja guitarra que permanecía colgada en la pared y que nadie tocaba. Recuerdo que todo era tierra, las calles, los pisos de las casas y que cuando llovía el barro era la pesadilla de los que salían a trabajar al centro porque los zapatos y la ropa se impregnaban de lodo. Estudie mis primeros años en una escuela cerca de mi casa, que había fundado un sacerdote, el mismo era el profesor y en el salón de esterilla donde recibíamos clase, hacia la misa los domingos, el descanso lo hacíamos en la calle y no supe que era llevar dinero ni lonchera para el descanso, llegaba al medio día a almorzar, con una fatiga muy grande porque el café con pan del desayuno solo calmaba el hambre por unas horas, amaba llegar a casa y encontrar el plato servido en la mesa, para mí, todo era un manjar, aunque casi siempre el menú era arroz y frijol. En nuestra escuela nunca me sentí discriminado por llegar con los zapatos y la manga del pantalón embarrados cuando amanecía lloviendo, pues todos hasta el profesor estaban en la misma condición, la que si renegaba era mi mamá porque tenía que lavar el barro de la ropa con el agua turbia que sacaba del aljibe que estaba en medio del patio. Mi mamá remendaba ropa con una vieja máquina Singer de pedal que no tenía su polea original, la reemplazó con unos cordones que había tenido que emplear para poder seguir cociendo, la recuerdo mucho sentada en su máquina, inclusive a veces me subía al lado del cabezote para ayudarme a hacer las tareas. Mi papá era cacharrero es decir compraba cacharro (utensilios de uso doméstico) y salía con un maletín en el hombro para revenderlos puerta a puerta, salía muy temprano y llegaba caída la tarde con el rostro tostado por el sol que debía resistir. Era feliz, no sé si teníamos mucho, pero sí sé, que nada nos faltaba, así fue hasta que una noche cuando todos dormíamos sentí una algarabía, de repente mi papá me cargo y me saco corriendo a la calle, allí vi lo que ocurría, la casa de unos vecinos se estaba quemando, las llamas eran altas y había tanta luz que parecía de día, unas personas intentaban ayudar trayendo agua para arrojarle al fuego y poder apagarlo, pero otros intentaban salvar lo que podían de sus casas porque era fácil predecir que gran parte del barrio ardería por el material con que estaban hechas las viviendas, nosotros no logramos sacar nada, nuestra casa rápidamente quedo consumida y con tizne en los rostros y llanto en los ojos nos enfrentamos al primer destierro, a la mañana siguiente llego el ejército a desalojar lo que quedaba de la invasión y por primer vez vi de frente la tristeza, pero no por la pérdida material sufrida, sino por la desesperanza que pude observar en la mirada de mis padres y la sensación de desorientación de mis dos hermanos menores llorando de hambre colgados de la falda de mamá. Era febrero de 2012 y apenas me acababa de graduar de quinto de primaria, toda la familia se fue de posada donde un tío en Versalles-Valle y un mes después mi papá consiguió una casa para cuidar en una vereda llamada la Balsa, él salía a rebuscarse ayudando a los vecinos en labores del campo para traer algo de comer y mamá se quedaba cuidándonos, yo no pude estudiar ese año, así que la ayudaba a sembrar hortalizas alrededor de la casa, el tiempo paso y empezamos a superar la situación tan difícil que habíamos vivido, llego el 2013 y empecé grado sexto en una escuela de la vereda, a media hora de camino. Todo estaba bien, hasta que cierto día en que mamá y mis hermanos vinieron a la escuela para reclamar mi boletín del segundo periodo, como me fue muy bien fuimos a celebrar a la tienda del parque donde el premio fue disfrutado por todos, por primera vez en más de un año pudimos saborear un delicioso bom bom bum; ese día entendí que la felicidad se puede encontrar en las cosa pequeñas. Partimos a casa muy contentos a eso de las 3:00 p.m, cuando nos acercábamos observamos una humareda, corrimos detrás de mamá que arrancó sin decirnos nada, al llegar vimos como de nuestra nueva casa no quedaba nada, solo cenizas y humo, al parecer un grupo de hombres armados llegaron a prenderle fuego, esperamos a papá hasta tarde en la noche pero no llegó, nos dieron posada durante unos días en una pequeña finca cercana esperando noticias de él, hasta que mi tío de Versalles lo encontró junto con otros campesinos asesinados al parecer por el mismo grupo de hombres que quemó la casa. Volvimos de posada donde mi tío; no logre terminar el grado sexto, pues mamá se fue para Cali a buscar trabajo y yo me quedé cuidando a mis hermanos mientras ella volvía. Al mes regresó y nos fuimos nuevamente para el distrito de Aguablanca, sólo que en un barrio distinto de donde se nos había quemado la primera casa. Actualmente vivimos pagando arriendo en una casa pequeña construida en ladrillo sin repellar, tenemos dos camas pero la verdad dormimos todos juntos; a veces siento miedo y pareciera que mamá lo sabe, por eso no dice nada cuando me paso a la cama donde duerme con mis dos hermanitos, ella sale siempre temprano a trabajar, deja todo aseado y la comida preparada, yo me encargo de mis hermanos y velo por que no hagan daño, ni se hagan daño, que coman y que estén limpios, los veo jugar pero yo no siento ganas de hacerlo, me siento un adulto en el cuerpo de un niño de trece años; jamás hablamos de papá, ni de nuestra suerte, solo en ocasiones escucho a mi hermano menor preguntándole: ¿Mamá, por qué se queman mis casitas?, mamá lo mira llorosa y le responde “no siempre es posible buscar a cada cosa explicación”. La veo llegar a casa después de un largo día de trabajo, sin tomarse un tiempo de descanso, continua haciendo comida, lavando ropa, arreglando casa hasta tarde en la noche para poder tenderse en la cama esperando que el sueño venza el cansancio, de ella aprendí que “Dios es un ser que puede comprendernos y que si no logra ayudarnos al menos llora con nosotros”, que “no hay porque aceptar la amargura”. Ha llegado el 2014 y mamá no va a trabajar para salir a buscarnos colegio, hemos visitado varios y con mis hermanos no hubo problema, pero a mí no me dan cupo porque mi certificado de quinto se quemó, la escuela donde estudié ni el barrio existen ya, y mamá solo logró rescatar una copia de mi certificado de quinto y mi diploma, pero la copia dicen que no sirve - que debe ser la original - además que este año cumplo catorce que estoy en extra edad. Yo la verdad no entiendo, a veces me da tristeza y pienso que en mi caso “es mayor el castigo que la culpa”, porque no hay nada comparable con la injusticia, se acaba el mes de enero y veo como mi mamá angustiada sigue visitando colegios pero parece que a nadie le interesa o le intereso, mientras que ya los niños han empezado a ir al colegio. Hoy visitamos el colegio Nuevo Latir en la mañana en busca de un cupo, pero nada, hay cupos pero no me reciben por falta del certificado original, mamá se fue a trabajar muy triste y yo me vine para la casa a pensar, porque casi no hablo, casi todo el tiempo estoy pensando y la gente dice que soy muy tímido, me sorprendí al verla llegar después del mediodía, me pidió que me organizara que volveríamos al Nuevo Latir, no sé, la vi muy decidida, llegamos a eso de las dos de la tarde a preguntar por las matrículas y nos informa el guarda que solo atienden hasta la una, mamá resuelta se aferró a la reja…esperó y el guarda al ver pasar a un señor le dijo: jefe, la señora necesita hablar con usted, él nos permitió pasar, nos llevó a su oficina y por primera vez en mucho tiempo alguien escucho a mamá, pidió que escribiera una carta solicitando plazo para traer el certificado original que nos ayudaría en la secretaría de educación; nos entregó un papel con la asignación del cupo, nos autorizó la carta y le dijo que como era viernes, volviera el lunes a primera hora a matricularme, para que me quedara estudiando, nadie podrá imaginar el alivio de mamá, ni mi alegría. Cuando salíamos ya más tranquilos, se acercó a la oficina una señora a la que el jefe le preguntó si era posible me matriculara de una vez y ella accedió, ¡me matricularon!, no podía ser! el día más feliz de mi vida había llegado, debo confesar que fui más feliz que la tarde que me comí el bom bom bum en mi vereda. POR: CARLOS ARTURO ARIASLIC. MATEMATICA-FISICA DOCENTE NUEVO LATIR
Cuando estaba pequeño, no podría decir una edad precisa, siempre tuve la sensación de vivir en la familia mas adinerada de mi barrio, jamás se me paso por la cabeza pensar en la pobreza, nunca nos faltó nada, mi casa aunque de esterilla era la más bonita y grande de la cuadra, mis amigos siempre venían a ver El Chavo conmigo porque no tenían televisor, el nuestro era grande, blanco y negro y tenía cuatro patas, por lo que no había necesidad de montarlo en una mesa, papá lo cambió por una vieja guitarra que permanecía colgada en la pared y que nadie tocaba. Recuerdo que todo era tierra, las calles, los pisos de las casas y que cuando llovía el barro era la pesadilla de los que salían a trabajar al centro porque los zapatos y la ropa se impregnaban de lodo.
Estudie mis primeros años en una escuela cerca de mi casa, que había fundado un sacerdote, el mismo era el profesor y en el salón de esterilla donde recibíamos clase, hacia la misa los domingos, el descanso lo hacíamos en la calle y no supe que era llevar dinero ni lonchera para el descanso, llegaba al medio día a almorzar, con una fatiga muy grande porque el café con pan del desayuno solo calmaba el hambre por unas horas, amaba llegar a casa y encontrar el plato servido en la mesa, para mí, todo era un manjar, aunque casi siempre el menú era arroz y frijol. En nuestra escuela nunca me sentí discriminado por llegar con los zapatos y la manga del pantalón embarrados cuando amanecía lloviendo, pues todos hasta el profesor estaban en la misma condición, la que si renegaba era mi mamá porque tenía que lavar el barro de la ropa con el agua turbia que sacaba del aljibe que estaba en medio del patio.
Mi mamá remendaba ropa con una vieja máquina Singer de pedal que no tenía su polea original, la reemplazó con unos cordones que había tenido que emplear para poder seguir cociendo, la recuerdo mucho sentada en su máquina, inclusive a veces me subía al lado del cabezote para ayudarme a hacer las tareas. Mi papá era cacharrero es decir compraba cacharro (utensilios de uso domestico) y salía con un maletín en el hombro para revenderlos puerta a puerta, salía muy temprano y llegaba caída la tarde con el rostro tostado por el sol que debía resistir.
Era feliz, no sé si teníamos mucho, pero si sé, que nada nos faltaba, así fue hasta que una noche cuando todos dormíamos sentí una algarabía, de repente mi papá me cargo y me saco corriendo a la calle, allí vi lo que ocurría, la casa de unos vecinos se estaba quemando, las llamas eran altas y había tanta luz que parecía de día, unas personas intentaban ayudar trayendo agua para arrojarle al fuego y poder apagarlo, pero otros intentaban salvar lo que podían de sus casas porque era fácil predecir que gran parte del barrio ardería por el material con que estaban hechas las viviendas, nosotros no logramos sacar nada, nuestra casa rápidamente quedo consumida y con tizne en los rostros y llanto en los ojos nos enfrentamos al primer destierro, a la mañana siguiente llego el ejercito a desalojar lo que quedaba de la invasión y por primer vez vi de frente la tristeza, pero no por la pérdida material sufrida, sino por la desesperanza que pude observar en la mirada de mis padres y la sensación de desorientación de mis dos hermanos menores llorando de hambre colgados de la falda de mamá.
Era febrero de 2012 y apenas me acababa de graduar de quinto de primaria, toda la familia se fue de posada donde un tío en Versalles-Valle y un mes después mi papá consiguió una casa para cuidar en una vereda llamada la Balsa, él salía a rebuscarse ayudando a los vecinos en labores del campo para traer algo de comer y mamá se quedaba cuidándonos, yo no pude estudiar ese año, así que la ayudaba a sembrar hortalizas alrededor de la casa, el tiempo paso y empezamos a superar la situación tan difícil que habíamos vivido, llego el 2013 y empecé grado sexto en una escuela de la vereda, a media hora de camino. Todo estaba bien, hasta que cierto día en que mamá y mis hermanos vinieron a la escuela para reclamar mi boletín del segundo periodo, como me fue muy bien fuimos a celebrar a la tienda del parque donde el premio fue disfrutado por todos, por primera vez en más de un año pudimos saborear un delicioso bom bom bum; ese día entendí que la felicidad se puede encontrar en las cosa pequeñas.
Partimos a casa muy contentos a eso de las 3:00 p.m, cuando nos acercábamos observamos una humareda, corrimos detrás de mamá que arrancó sin decirnos nada, al llegar vimos como de nuestra nueva casa no quedaba nada, solo cenizas y humo, al parecer un grupo de hombres armados llegaron a prenderle fuego, esperamos a papá hasta tarde en la noche pero no llegó, nos dieron posada durante unos días en una pequeña finca cercana esperando noticias de él, hasta que mi tío de Versalles lo encontró junto con otros campesinos asesinados al parecer por el mismo grupo de hombres que quemó la casa. Volvimos de posada donde mi tío; no logre terminar el grado sexto, pues mamá se fue para Cali a buscar trabajo y yo me quedé cuidando a mis hermanos mientras ella volvía. Al mes regresó y nos fuimos nuevamente para el distrito de Aguablanca, sólo que en un barrio distinto de donde se nos había quemado la primera casa.
Actualmente vivimos pagando arriendo en una casa pequeña construída en ladrillo sin repellar, tenemos dos camas pero la verdad dormimos todos juntos; a veces siento miedo y pareciera que mamá lo sabe, por eso no dice nada cuando me paso a la cama donde duerme con mis dos hermanitos, ella sale siempre temprano a trabajar, deja todo aseado y la comida preparada, yo me encargo de mis hermanos y velo por que no hagan daño, ni se hagan daño, que coman y que estén limpios, los veo jugar pero yo no siento ganas de hacerlo, me siento un adulto en el cuerpo de un niño de trece años; jamás hablamos de papá, ni de nuestra suerte, solo en ocasiones escucho a mi hermano menor preguntándole: ¿Mamá, por qué se queman mis casitas?, mamá lo mira llorosa y le responde “no siempre es posible buscar a cada cosa explicación”. La veo llegar a casa después de un largo día de trabajo, sin tomarse un tiempo de descanso, continua haciendo comida, lavando ropa, arreglando casa hasta tarde en la noche para poder tenderse en la cama esperando que el sueño venza el cansancio, de ella aprendí que “Dios es un ser que puede comprendernos y que si no logra ayudarnos al menos llora con nosotros”, que “no hay porque aceptar la amargura”.
Ha llegado el 2014 y mamá no va a trabajar para salir a buscarnos colegio, hemos visitado varios y con mis hermanos no hubo problema, pero a mí no me dan cupo porque mi certificado de quinto se quemó, la escuela donde estudié ni el barrio existen ya, y mamá solo logró rescatar una copia de mi certificado de quinto y mi diploma, pero la copia dicen que no sirve - que debe ser la original - además que este año cumplo catorce que estoy en extra edad. Yo la verdad no entiendo, a veces me da tristeza y pienso que en mi caso “es mayor el castigo que la culpa”, porque no hay nada comparable con la injusticia, se acaba el mes de enero y veo como mi mamá angustiada sigue visitando colegios pero parece que a nadie le interesa o le intereso, mientras que ya los niños han empezado a ir al colegio.
Hoy visitamos el colegio Nuevo Latir en la mañana en busca de un cupo, pero nada, hay cupos pero no me reciben por falta del certificado original, mamá se fue a trabajar muy triste y yo me vine para la casa a pensar, porque casi no hablo, casi todo el tiempo estoy pensando y la gente dice que soy muy tímido, me sorprendí al verla llegar después del medio día, me pidió que me organizara que volveríamos al Nuevo Latir, no sé, la vi muy decidida, llegamos a eso de las dos de la tarde a preguntar por las matrículas y nos informa el guarda que solo atienden hasta la una, mamá resuelta se aferró a la reja…esperó y el guarda al ver pasar a un señor le dijo: jefe, la señora necesita hablar con usted, él nos permitió pasar, nos llevo a su oficina y por primera vez en mucho tiempo alguien escucho a mamá, pidió que escribiera una carta solicitando plazo para traer el certificado original que nos ayudaría en la secretaría de educación; nos entregó un papel con la asignación del cupo, nos autorizó la carta y le dijo que como era viernes, volviera el lunes a primera hora a matricularme, para que me quedara estudiando, nadie podrá imaginar el alivio de mamá, ni mi alegría. Cuando salíamos ya más tranquilos, se acercó a la oficina una señora a la que el jefe le preguntó si era posible me matriculara de una vez y ella accedió, ¡me matricularon!, no podía ser! el día mas feliz de mi vida había llegado, debo confesar que fui mas feliz que la tarde que me comí el bom bom bum en mi vereda.
POR: CARLOS ARTURO ARIAS
LIC. MATEMATICA-FISICA
DOCENTE NUEVO LATIR
Cuando estaba pequeño, no podría decir una edad precisa, siempre tuve la sensación de vivir en la familia mas adinerada de mi barrio, jamás se me paso por la cabeza pensar en la pobreza, nunca nos faltó nada, mi casa aunque de esterilla era la más bonita y grande de la cuadra, mis amigos siempre venían a ver El Chavo conmigo porque no tenían televisor, el nuestro era grande, blanco y negro y tenía cuatro patas, por lo que no había necesidad de montarlo en una mesa, papá lo cambió por una vieja guitarra que permanecía colgada en la pared y que nadie tocaba. Recuerdo que todo era tierra, las calles, los pisos de las casas y que cuando llovía el barro era la pesadilla de los que salían a trabajar al centro porque los zapatos y la ropa se impregnaban de lodo. Estudie mis primeros años en una escuela cerca de mi casa, que había fundado un sacerdote, el mismo era el profesor y en el salón de esterilla donde recibíamos clase, hacia la misa los domingos, el descanso lo hacíamos en la calle y no supe que era llevar dinero ni lonchera para el descanso, llegaba al medio día a almorzar, con una fatiga muy grande porque el café con pan del desayuno solo calmaba el hambre por unas horas, amaba llegar a casa y encontrar el plato servido en la mesa, para mí, todo era un manjar, aunque casi siempre el menú era arroz y frijol. En nuestra escuela nunca me sentí discriminado por llegar con los zapatos y la manga del pantalón embarrados cuando amanecía lloviendo, pues todos hasta el profesor estaban en la misma condición, la que si renegaba era mi mamá porque tenía que lavar el barro de la ropa con el agua turbia que sacaba del aljibe que estaba en medio del patio. Mi mamá remendaba ropa con una vieja máquina Singer de pedal que no tenía su polea original, la reemplazó con unos cordones que había tenido que emplear para poder seguir cociendo, la recuerdo mucho sentada en su máquina, inclusive a veces me subía al lado del cabezote para ayudarme a hacer las tareas. Mi papá era cacharrero es decir compraba cacharro (utensilios de uso domestico) y salía con un maletín en el hombro para revenderlos puerta a puerta, salía muy temprano y llegaba caída la tarde con el rostro tostado por el sol que debía resistir. Era feliz, no sé si teníamos mucho, pero si sé, que nada nos faltaba, así fue hasta que una noche cuando todos dormíamos sentí una algarabía, de repente mi papá me cargo y me saco corriendo a la calle, allí vi lo que ocurría, la casa de unos vecinos se estaba quemando, las llamas eran altas y había tanta luz que parecía de día, unas personas intentaban ayudar trayendo agua para arrojarle al fuego y poder apagarlo, pero otros intentaban salvar lo que podían de sus casas porque era fácil predecir que gran parte del barrio ardería por el material con que estaban hechas las viviendas, nosotros no logramos sacar nada, nuestra casa rápidamente quedo consumida y con tizne en los rostros y llanto en los ojos nos enfrentamos al primer destierro, a la mañana siguiente llego el ejercito a desalojar lo que quedaba de la invasión y por primer vez vi de frente la tristeza, pero no por la pérdida material sufrida, sino por la desesperanza que pude observar en la mirada de mis padres y la sensación de desorientación de mis dos hermanos menores llorando de hambre colgados de la falda de mamá. Era febrero de 2012 y apenas me acababa de graduar de quinto de primaria, toda la familia se fue de posada donde un tío en Versalles-Valle y un mes después mi papá consiguió una casa para cuidar en una vereda llamada la Balsa, él salía a rebuscarse ayudando a los vecinos en labores del campo para traer algo de comer y mamá se quedaba cuidándonos, yo no pude estudiar ese año, así que la ayudaba a sembrar hortalizas alrededor de la casa, el tiempo paso y empezamos a superar la situación tan difícil que habíamos vivido, llego el 2013 y empecé grado sexto en una escuela de la vereda, a media hora de camino. Todo estaba bien, hasta que cierto día en que mamá y mis hermanos vinieron a la escuela para reclamar mi boletín del segundo periodo, como me fue muy bien fuimos a celebrar a la tienda del parque donde el premio fue disfrutado por todos, por primera vez en más de un año pudimos saborear un delicioso bom bom bum; ese día entendí que la felicidad se puede encontrar en las cosa pequeñas. Partimos a casa muy contentos a eso de las 3:00 p.m, cuando nos acercábamos observamos una humareda, corrimos detrás de mamá que arrancó sin decirnos nada, al llegar vimos como de nuestra nueva casa no quedaba nada, solo cenizas y humo, al parecer un grupo de hombres armados llegaron a prenderle fuego, esperamos a papá hasta tarde en la noche pero no llegó, nos dieron posada durante unos días en una pequeña finca cercana esperando noticias de él, hasta que mi tío de Versalles lo encontró junto con otros campesinos asesinados al parecer por el mismo grupo de hombres que quemó la casa. Volvimos de posada donde mi tío; no logre terminar el grado sexto, pues mamá se fue para Cali a buscar trabajo y yo me quedé cuidando a mis hermanos mientras ella volvía. Al mes regresó y nos fuimos nuevamente para el distrito de Aguablanca, sólo que en un barrio distinto de donde se nos había quemado la primera casa. Actualmente vivimos pagando arriendo en una casa pequeña construída en ladrillo sin repellar, tenemos dos camas pero la verdad dormimos todos juntos; a veces siento miedo y pareciera que mamá lo sabe, por eso no dice nada cuando me paso a la cama donde duerme con mis dos hermanitos, ella sale siempre temprano a trabajar, deja todo aseado y la comida preparada, yo me encargo de mis hermanos y velo por que no hagan daño, ni se hagan daño, que coman y que estén limpios, los veo jugar pero yo no siento ganas de hacerlo, me siento un adulto en el cuerpo de un niño de trece años; jamás hablamos de papá, ni de nuestra suerte, solo en ocasiones escucho a mi hermano menor preguntándole: ¿Mamá, por qué se queman mis casitas?, mamá lo mira llorosa y le responde “no siempre es posible buscar a cada cosa explicación”. La veo llegar a casa después de un largo día de trabajo, sin tomarse un tiempo de descanso, continua haciendo comida, lavando ropa, arreglando casa hasta tarde en la noche para poder tenderse en la cama esperando que el sueño venza el cansancio, de ella aprendí que “Dios es un ser que puede comprendernos y que si no logra ayudarnos al menos llora con nosotros”, que “no hay porque aceptar la amargura”. Ha llegado el 2014 y mamá no va a trabajar para salir a buscarnos colegio, hemos visitado varios y con mis hermanos no hubo problema, pero a mí no me dan cupo porque mi certificado de quinto se quemó, la escuela donde estudié ni el barrio existen ya, y mamá solo logró rescatar una copia de mi certificado de quinto y mi diploma, pero la copia dicen que no sirve - que debe ser la original - además que este año cumplo catorce que estoy en extra edad. Yo la verdad no entiendo, a veces me da tristeza y pienso que en mi caso “es mayor el castigo que la culpa”, porque no hay nada comparable con la injusticia, se acaba el mes de enero y veo como mi mamá angustiada sigue visitando colegios pero parece que a nadie le interesa o le intereso, mientras que ya los niños han empezado a ir al colegio. Hoy visitamos el colegio Nuevo Latir en la mañana en busca de un cupo, pero nada, hay cupos pero no me reciben por falta del certificado original, mamá se fue a trabajar muy triste y yo me vine para la casa a pensar, porque casi no hablo, casi todo el tiempo estoy pensando y la gente dice que soy muy tímido, me sorprendí al verla llegar después del medio día, me pidió que me organizara que volveríamos al Nuevo Latir, no sé, la vi muy decidida, llegamos a eso de las dos de la tarde a preguntar por las matrículas y nos informa el guarda que solo atienden hasta la una, mamá resuelta se aferró a la reja…esperó y el guarda al ver pasar a un señor le dijo: jefe, la señora necesita hablar con usted, él nos permitió pasar, nos llevo a su oficina y por primera vez en mucho tiempo alguien escucho a mamá, pidió que escribiera una carta solicitando plazo para traer el certificado original que nos ayudaría en la secretaría de educación; nos entregó un papel con la asignación del cupo, nos autorizó la carta y le dijo que como era viernes, volviera el lunes a primera hora a matricularme, para que me quedara estudiando, nadie podrá imaginar el alivio de mamá, ni mi alegría. Cuando salíamos ya más tranquilos, se acercó a la oficina una señora a la que el jefe le preguntó si era posible me matriculara de una vez y ella accedió, ¡me matricularon!, no podía ser! el día mas feliz de mi vida había llegado, debo confesar que fui mas feliz que la tarde que me comí el bom bom bum en mi vereda. POR: CARLOS ARTURO ARIASLIC. MATEMATICA-FISICA DOCENTE NUEVO LATIR
Cuando estaba pequeño, no podría decir una edad precisa, siempre tuve la sensación de vivir en la familia mas adinerada de mi barrio, jamás se me paso por la cabeza pensar en la pobreza, nunca nos faltó nada, mi casa aunque de esterilla era la más bonita y grande de la cuadra, mis amigos siempre venían a ver El Chavo conmigo porque no tenían televisor, el nuestro era grande, blanco y negro y tenía cuatro patas, por lo que no había necesidad de montarlo en una mesa, papá lo cambió por una vieja guitarra que permanecía colgada en la pared y que nadie tocaba. Recuerdo que todo era tierra, las calles, los pisos de las casas y que cuando llovía el barro era la pesadilla de los que salían a trabajar al centro porque los zapatos y la ropa se impregnaban de lodo. Estudie mis primeros años en una escuela cerca de mi casa, que había fundado un sacerdote, el mismo era el profesor y en el salón de esterilla donde recibíamos clase, hacia la misa los domingos, el descanso lo hacíamos en la calle y no supe que era llevar dinero ni lonchera para el descanso, llegaba al medio día a almorzar, con una fatiga muy grande porque el café con pan del desayuno solo calmaba el hambre por unas horas, amaba llegar a casa y encontrar el plato servido en la mesa, para mí, todo era un manjar, aunque casi siempre el menú era arroz y frijol. En nuestra escuela nunca me sentí discriminado por llegar con los zapatos y la manga del pantalón embarrados cuando amanecía lloviendo, pues todos hasta el profesor estaban en la misma condición, la que si renegaba era mi mamá porque tenía que lavar el barro de la ropa con el agua turbia que sacaba del aljibe que estaba en medio del patio. Mi mamá remendaba ropa con una vieja máquina Singer de pedal que no tenía su polea original, la reemplazó con unos cordones que había tenido que emplear para poder seguir cociendo, la recuerdo mucho sentada en su máquina, inclusive a veces me subía al lado del cabezote para ayudarme a hacer las tareas. Mi papá era cacharrero es decir compraba cacharro (utensilios de uso domestico) y salía con un maletín en el hombro para revenderlos puerta a puerta, salía muy temprano y llegaba caída la tarde con el rostro tostado por el sol que debía resistir. Era feliz, no sé si teníamos mucho, pero si sé, que nada nos faltaba, así fue hasta que una noche cuando todos dormíamos sentí una algarabía, de repente mi papá me cargo y me saco corriendo a la calle, allí vi lo que ocurría, la casa de unos vecinos se estaba quemando, las llamas eran altas y había tanta luz que parecía de día, unas personas intentaban ayudar trayendo agua para arrojarle al fuego y poder apagarlo, pero otros intentaban salvar lo que podían de sus casas porque era fácil predecir que gran parte del barrio ardería por el material con que estaban hechas las viviendas, nosotros no logramos sacar nada, nuestra casa rápidamente quedo consumida y con tizne en los rostros y llanto en los ojos nos enfrentamos al primer destierro, a la mañana siguiente llego el ejercito a desalojar lo que quedaba de la invasión y por primer vez vi de frente la tristeza, pero no por la pérdida material sufrida, sino por la desesperanza que pude observar en la mirada de mis padres y la sensación de desorientación de mis dos hermanos menores llorando de hambre colgados de la falda de mamá. Era febrero de 2012 y apenas me acababa de graduar de quinto de primaria, toda la familia se fue de posada donde un tío en Versalles-Valle y un mes después mi papá consiguió una casa para cuidar en una vereda llamada la Balsa, él salía a rebuscarse ayudando a los vecinos en labores del campo para traer algo de comer y mamá se quedaba cuidándonos, yo no pude estudiar ese año, así que la ayudaba a sembrar hortalizas alrededor de la casa, el tiempo paso y empezamos a superar la situación tan difícil que habíamos vivido, llego el 2013 y empecé grado sexto en una escuela de la vereda, a media hora de camino. Todo estaba bien, hasta que cierto día en que mamá y mis hermanos vinieron a la escuela para reclamar mi boletín del segundo periodo, como me fue muy bien fuimos a celebrar a la tienda del parque donde el premio fue disfrutado por todos, por primera vez en más de un año pudimos saborear un delicioso bom bom bum; ese día entendí que la felicidad se puede encontrar en las cosa pequeñas. Partimos a casa muy contentos a eso de las 3:00 p.m, cuando nos acercábamos observamos una humareda, corrimos detrás de mamá que arrancó sin decirnos nada, al llegar vimos como de nuestra nueva casa no quedaba nada, solo cenizas y humo, al parecer un grupo de hombres armados llegaron a prenderle fuego, esperamos a papá hasta tarde en la noche pero no llegó, nos dieron posada durante unos días en una pequeña finca cercana esperando noticias de él, hasta que mi tío de Versalles lo encontró junto con otros campesinos asesinados al parecer por el mismo grupo de hombres que quemó la casa. Volvimos de posada donde mi tío; no logre terminar el grado sexto, pues mamá se fue para Cali a buscar trabajo y yo me quedé cuidando a mis hermanos mientras ella volvía. Al mes regresó y nos fuimos nuevamente para el distrito de Aguablanca, sólo que en un barrio distinto de donde se nos había quemado la primera casa. Actualmente vivimos pagando arriendo en una casa pequeña construída en ladrillo sin repellar, tenemos dos camas pero la verdad dormimos todos juntos; a veces siento miedo y pareciera que mamá lo sabe, por eso no dice nada cuando me paso a la cama donde duerme con mis dos hermanitos, ella sale siempre temprano a trabajar, deja todo aseado y la comida preparada, yo me encargo de mis hermanos y velo por que no hagan daño, ni se hagan daño, que coman y que estén limpios, los veo jugar pero yo no siento ganas de hacerlo, me siento un adulto en el cuerpo de un niño de trece años; jamás hablamos de papá, ni de nuestra suerte, solo en ocasiones escucho a mi hermano menor preguntándole: ¿Mamá, por qué se queman mis casitas?, mamá lo mira llorosa y le responde “no siempre es posible buscar a cada cosa explicación”. La veo llegar a casa después de un largo día de trabajo, sin tomarse un tiempo de descanso, continua haciendo comida, lavando ropa, arreglando casa hasta tarde en la noche para poder tenderse en la cama esperando que el sueño venza el cansancio, de ella aprendí que “Dios es un ser que puede comprendernos y que si no logra ayudarnos al menos llora con nosotros”, que “no hay porque aceptar la amargura”. Ha llegado el 2014 y mamá no va a trabajar para salir a buscarnos colegio, hemos visitado varios y con mis hermanos no hubo problema, pero a mí no me dan cupo porque mi certificado de quinto se quemó, la escuela donde estudié ni el barrio existen ya, y mamá solo logró rescatar una copia de mi certificado de quinto y mi diploma, pero la copia dicen que no sirve - que debe ser la original - además que este año cumplo catorce que estoy en extra edad. Yo la verdad no entiendo, a veces me da tristeza y pienso que en mi caso “es mayor el castigo que la culpa”, porque no hay nada comparable con la injusticia, se acaba el mes de enero y veo como mi mamá angustiada sigue visitando colegios pero parece que a nadie le interesa o le intereso, mientras que ya los niños han empezado a ir al colegio. Hoy visitamos el colegio Nuevo Latir en la mañana en busca de un cupo, pero nada, hay cupos pero no me reciben por falta del certificado original, mamá se fue a trabajar muy triste y yo me vine para la casa a pensar, porque casi no hablo, casi todo el tiempo estoy pensando y la gente dice que soy muy tímido, me sorprendí al verla llegar después del medio día, me pidió que me organizara que volveríamos al Nuevo Latir, no sé, la vi muy decidida, llegamos a eso de las dos de la tarde a preguntar por las matrículas y nos informa el guarda que solo atienden hasta la una, mamá resuelta se aferró a la reja…esperó y el guarda al ver pasar a un señor le dijo: jefe, la señora necesita hablar con usted, él nos permitió pasar, nos llevo a su oficina y por primera vez en mucho tiempo alguien escucho a mamá, pidió que escribiera una carta solicitando plazo para traer el certificado original que nos ayudaría en la secretaría de educación; nos entregó un papel con la asignación del cupo, nos autorizó la carta y le dijo que como era viernes, volviera el lunes a primera hora a matricularme, para que me quedara estudiando, nadie podrá imaginar el alivio de mamá, ni mi alegría. Cuando salíamos ya más tranquilos, se acercó a la oficina una señora a la que el jefe le preguntó si era posible me matriculara de una vez y ella accedió, ¡me matricularon!, no podía ser! el día mas feliz de mi vida había llegado, debo confesar que fui mas feliz que la tarde que me comí el bom bom bum en mi vereda. POR: CARLOS ARTURO ARIASLIC. MATEMATICA-FISICA DOCENTE NUEVO LATIR

El Consulado de Colombia en Atlanta y la Organización Get Covered America invitan a la comunidad colombiana residente en esta ciudad a la sesión informativa y de inscripción al Mercado de Seguros de Salud, que se llevará a cabo el 7 Febrero entres las 2 y 5pm en las instalaciones del Consulado de Colombia en Atlanta (270 Carpenter Dr NE Suite 110, Sandy Springs, GA 30328)
Durante el evento, se brindará información sobre la nueva ley de salud, así como asistencia a aquellas personas que estén interesadas en conocer las opciones dentro del Mercado de Seguros de Salud.
Para mayor información comuníquese con Maria Isabel Donado en el teléfono 404-670-1416

El Consulado de Colombia en Newark invita a la comunidad colombiana residente en esta ciudad a participar en un seminario, gratuito, para el examen de ciudadanía de los Estados Unidos dictado por el Departamento de Inmigración de ese país.
A través de este seminario se busca que los colombianos residentes en esta ciudad estén informados y preparados frente a los cambios en las leyes de inmigración de los Estados Unidos.
Durante el seminario se abordarán temas como:
Preclasificación
Historia, civismo
Formularios de USCIS
Las 100 preguntas nuevas
Guía para la juramentación
Examen de prueba
El Seminario se realizará en el Consulado de Colombia en Newark (550 Broad Street, Piso 15, Newark, NJ 07102, el 6 de febrero a partir de las 6:00 p.m.
Durante el seminario se hará entrega de material totalmente gratis
Para mayores informes comuníquese al teléfono 862-279-7888/89 o al e-mail: cnewarkcolombianosune@gmail.com

El Consulado de Colombia en Vancouver, con el apoyo del Programa Colombia Nos Une, adelantó una reunión con empresarios y profesionales colombianos radicados en esta ciudad con el fin de crear una red de apoyo para la comunidad colombiana.
El encuentro contó con la presencia de 25 asistentes entre los que se encontraban empresarios y profesionales colombianos de diferentes sectores. La apertura de la reunión estuvo a cargo del Cónsul de Colombia en Vancouver, Jairo Clopatofsky Ghisays, quien agradeció la participación de cada uno de los asistentes. Durante la reunión también se realizó una presentación del Programa Colombia Nos Une.
En la reunión se expusieron una serie de iniciativas entre las cuales se encontraban, mentorías a cargo de colombianos expertos en diferentes materias, enfocadas a guiar y ayudar de una manera precisa a los ciudadanos en temas específicos; desarrollo de seminarios, talleres y todo tipo de programas que puedan beneficiar a la comunidad colombiana.

España fue el primer destino de la inversión colombiana en el exterior en los 9 primeros meses del año pasado, con 603 millones de dólares y representando el 17,7 por ciento del total.
Entre los negocios colombianos que ya operan en el país europeo están Crepes y Waffles, Orbitel (marca de UNE EPM Telecomunicaciones), Totto, Juan Valdez Café, y la empresa de plásticos y materiales para construcción Ajover. Igualmente, existen algunas sociedades de inversión del Grupo Sura y Ecopetrol que manejan activos en terceros países.
Las cifras pueden repuntar otra vez en el 2014, pues esta semana se anunciaron otras transacciones en sectores como el inmobiliario, agropecuario, construcción y financiero.
Según Reuters, es una vuelta de tuerca a la fiebre española de compras en la década de los 90, cuando empresas ibéricas se hicieron con firmas estratégicas en distintos sectores en Latinoamérica.
Las apuestas más novedosas en tecnología e innovación del momento volverán a darse cita en una nueva edición de EmTech, que organiza la edición en español de MIT Technology Review. Estas propuestas se reunirán los próximos 19 y 20 de febrero, en Medellín (Colombia), que acoge este encuentro internacional por segunda vez. El programa, que ya está disponible, incluye los retos de la educación del futuro, la energía en las metrópolis, la revolución de los materiales inteligentes, la innovación en medicina, las nuevas tecnologías portables, el análisis del emprendimiento y el panorama inversor en Latinoamérica, entre otros asuntos.
Las ponencias y charlas contarán con la participación de algunos de los más importantes miembros del MIT junto a ponentes internacionales y nacionales, encabezados por el director de MIT Technology Review, Jason Pontin, que explicará en primicia las claves de las 50 empresas más destacadas del año según el MIT. También acudirán otros destacados expertos como el profesor de ingeniería eléctrica del MIT, John Kassakian; el ingeniero de Pebble, François Baldassari; el fundador de Misfit Wearables, Sonny Vu; el fundador de MIT Sana, Leo Celi; el venture partner de 500 startups, César Salazar; y el fundador de Torrenegra Labs, Alex Torrenegra.
En EmTech Colombia también tendrá lugar la entrega de los premios MIT Technology Review Innovadores menores de 35 Colombia 2013. La segunda generación de los jóvenes colombianos elegidos por el MIT como líderes de la vanguardia tecnológica. Internet, biomedicina, nuevos materiales, informática y energía son las áreas en las que estos destacados científicos y emprendedores desarrollan su trabajo.